Me gustan las galerias de arte, los museos y las cosas ilogicas. Estoy recorriendo una casa antigua de arte mistico en una ciudad fria, sus calles de agua parecen quietas, las piedras de las construcciones son gruesas, de colores extrangeros, y riveteadas en tonos diversos e infantiles desde su exterior. Los pasillos por donde ando estan iluminados por las sombras, creo, para poder apreciar las obras que sus paredes sostienen. Estoy, repentinamente, solo.
No encuentro en este laberinto de pasillos, hace rato, otra alma fuera de mi, una puerta de salida, siquiera una ventana por donde la luz exterior filtre algun rayo, una señalizacion de alguna direccion recomendable a seguir. Solo escucho al silencio
cada vez mas oscuro.
Descubro, al final de este nuevo corredor, una gran pintura donde parece que toda la luz esta concentrada. Me hacerco para entender y o intentar averiguar de que se trata el tema de esa obra misteriosa, me detengo a una distancia prudente pretendiendo que mis ojos se acostumbren a ese deslumbramiento repentino. El salio de las sombras, o quizas de esa maquina reproductora de almas, la luz, que hace su magia. Sobresaltado quede frente a su figura, despues, casi instantaneamente sonrrei, me disculpe, me devolvio el recuerdo de otra sonrrisa desde sus ojos, despues los dejo caer en su boca.
Rompio el oscuro silencio preguntandome si creo en fantasmas. Nervioso, un poco, contesto que porsupuesto que no. El, volviendo su rostro hacia la luminosidad de la obra que nos enfrenta desde la pared contesta que si, el cree, y desaparece.