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Capítulo 24: “Se Vende la Dignidad”.
Para la guerrilla Nueva Húsares de la Muerte, no todo era pasarse de victorias en victorias, también hubieron momentos de los cuales nadie de los que en su momento la integraron quisiera recordar nada. Hubo batallas que perdimos de manera considerable, hubo momentos en los cuales simplemente nos desesperamos al no saber qué hacer y por supuesto hubo instantes en que la independencia del país estuvo prácticamente perdida.
Diversas milicias patriotas del ejército que en su minuto fue libertador poblaron la Región del Maule cuando la guerrilla se encontraba espiando y liberando de la esclavitud a la gente que estaba en el packing y por ende hubo una batalla que sorprendió a los españoles dándole la victoria a nuestro ejército, pero esa batalla no era la decisiva, todavía quedaban fuerzas de la Corona Española en el país, al no haber sido el ultimátum para que salieran de Chile pues no contaban muchas bajas y la victoria patriota se había llevado a cabo con la huida de los ibéricos.
Esto sin lugar a dudas había significado que de momento el pueblo estaría en paz por un tiempo solamente y no de manera total: desde luego que la capital era de pertenencia de los peninsulares y ellos seguían mandando en el país, pero tenían cierto temor frente al pueblo y no se atrevían a hacerlo de su propiedad con mucha frecuencia ni mucho menos por la fuerza al ver que sus legiones se iban en picada a cero.
Era el fin de año… ¡Cuántas cosas habían sucedido ese año! En la mayoría de las casas la velada se reunía junto a los televisores que mostraban maravillosas imágenes del inicio de año en los países que no pertenecían a esta contienda, reuniéndose en una pobre mesa con un pequeño trozo de torta, una gaseosa y un paquete de papas fritas. Los que pudieron en esa oportunidad fueron a una celebración en el Río Claro, en la rivera que incluyó unos pocos fuegos artificiales, un show con los artistas que aceptaron ir y algo de comida.
A la medianoche lanzaron los fuegos artificiales y en las mentes de cada uno de los asistentes a la celebración se figuraba un sueño, un deseo. En ese momento tan simbólico, el nuevo gobernador irrumpió con fuerza en el festejo para dar el anuncio de que Talca pasaba a ser ciudad española a pesar de todo lo sucedido, pero allí estaba la guerrilla del pueblo: la NHM para defender su nación. Todo salió mal, el ejército patriota no estaba allí y las legiones realistas se acrecentaban a diezmar la población y a herir a los guerrilleros que hicieron lo que pudieron por salvar al pueblo talquino. Por milagro casi nos salvamos de la muerte, pero no de la subasta, nuestro destino era ser vendidos por esclavos en Santiago.
Tres horas de viaje a Santiago hacinados en un bus de la línea Tur Bus de dos pisos. La prensa de un canal decía que moriríamos, que seríamos vendidos, esclavizados, mil versiones circundaban a la guerrilla más mítica de todos los tiempos.
Luego llegamos al edificio de los Remates en Santiago, en la comuna de Santiago Centro. Parecía la junta de la esclavitud mundial. La gente no se aseaba desde hace días y se amontonaban en un piso de cerámica que jamás había conocido el agua, pero en sus cuerpos había algo más sucio que su piel: las cadenas con las que se encontraban atados, me parecía que la época colonial había regresado y ni siquiera nadie se había dado cuenta.
A eso de las 9:30 de la mañana el edificio comenzó a llenarse de compradores de esclavos. El salón tenía cómodas butacas como si fuese el teatro más amigable de la historia y en un escenario estaba el hombre que hacía de animador. A sus espaldas había una pantalla de Data para mostrar la información de la persona que estaba a la venta. Y poco a poco fue armándose. Yo iba en el puesto 43 de las personas a vender y me sentí alagada por la cantidad de dinero que era capaz de ofrecer por mí la gente.
Cuando el hombre estaba a punto de hacer la venta Manuel me salvó, y me emocionó su lealtad y la estrategia que utilizó para salvaguardar intacta mi dignidad. Cuando uno de los verdugos se fue a tomar un café, Manuel se había vestido con una ropa que no haría a nadie pensar que era parte de la guerrilla más buscada de todo el país y le preguntó por la subasta.
Ahora la montonera no estaba solo rebosante en dinero (asaltó un banco, eso lo explica todo), sino que las compras estaban todas a su nombre, vale decir que hasta ese número todos eran libres en la guerrilla. Pero para cuando quisieron venderlo se percataron que el nuevo millonario nacional no era nada más ni nada menos que el temido bandolero que asolaba todo el país y quisieron ejecutarlo ahí mismo. Pero una mano lava a otra mano dice el refrán y debí ofrecerme, mientras los nuevos dueños de esclavos, y los que pretendían comprar algo eran diezmados y por supuesto robados, otros fueron secuestrados y el precio de su libertad era la nuestra.
Mientras una de las escenas más crueles que los patriotas hayan hecho se llevaba a cabo y yo combatía con fiereza fui cogida para que pagase mi palabra y me arrancaron de allí maniatada, la imagen era una postal que de seguro ninguno de esos verdugos que haya sobrevivido olvidará: una niña de doce años apuñalando a diestra y siniestra, saqueando, maniatando, secuestrando con la misma fiereza y valentía que un soldado experimentado que ya es un veterano de guerra, quizás matando, siendo tomada del brazo por su honor y cumplir una de las palabras más duras que alguien pudiese empeñar, ella había empeñado su vida. Una metralleta la apuntaba al cuello en un salón que se hallaba en un completo caos, y en la mitad de una sala rota se veía esa joven con el brillo de la valentía en los ojos y sin temor a dejar de existir para siempre, tal como lo había dicho para salvar a algo que le haría mucho más feliz: la libertad de su patria, exacto, esa niña era yo.

Texto agregado el 13-01-2012, y leído por 157 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
21-01-2012 Sí, la tristeza de la celebración en mesas de carestía y el grito de libertad por romper las cadenas. En tu joven alma palpita la eternidad. WEISSTURNER
 
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