Capítulo 16: “ADIÓS VALPARAÍSO”.
Comenzaba el día 13/04/2010, y ya estábamos listos para dejar “La Joya del Pacífico”. En medio del sonido de las olas que rompían enfrente a mi exhausto mirar, ante mis ojos ambarinos que observaban impotentes el mar, vino a mi cabeza una mezcla de recuerdo y de imaginación. A mi memoria llegaron en estampida los recuerdos de aquel día en el que Débora me dijo que habían enviado en un barco de carga, en los llamados conteiner con rumbo a Sudáfrica a los rehenes. Imaginé la brisa del mar, la violencia con la que esos opresores fueron subidos siendo pateados y apuñalados a ese inmenso barco. En mi visión lo divisé color rojo, pero gastado por el tiempo, al igual que su ancla.
El destino fue escogido realmente con dedicación. Pues si se utilizaba el medio rápido: conducirles a España, existían dos opciones: la primera es que a causa de su inutilidad fueren castigados, solo Dios sabe cómo, y la otra es que los reenviasen a América y esto nos complicara la pista en cuanto al número de los españoles circulantes en el territorio nacional.
Es mejor no tentar al diablo y así no complicarnos la vida. En ese entonces, solo en ese entonces me percaté de la sabiduría de mi refrán que pienso yo, es de mi autoría. .
Me encontraba tan ensimismada en mis pensamientos, en mi vida, en mis deseos que se encontraban enclaustrados en la guerra y que aunque ellos así lo quisieran, no les era posible encontrar otra llave que no fuera la libertad, que no supe cuando mi hermana entonó con su flauta dulce “Generala”, nuestro himno de guerra y que con esas melodías, que siempre me dieron una sensación de valentía y frescura, se daba inicio a la marcha, a la gran campaña de liberación nacional. Manuel me debió coger de un brazo, y al ver que mis ojos estaban llorosos y que no había que ser adivino para saber que en ese segundo mi alma se encontraba atiborrada de recuerdos y de sueños rotos, me abrazó, me apretó contra su pecho y me susurró un “Todo se mejorará, ciudadana… aún tienes patria”, yo contesté “La verdad es la luz, jamás renunciaré a la lucha”.
Cogimos mis pertenencias y nos fuimos a través de los cerros en conjunto a la comitiva. Nuestro destino: Putre.
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