¿Es posible que después de vivir un día determinado, al amanecer del nuevo día, el tiempo se haya vuelto circular y nos encontremos en el inicio del día que ya vivimos ayer? ¿Que todos los días se repita el mismo fenómeno y volvamos a vivir tal día, eternamente? ¿Y que por más que intentemos cambiarlo de todas las formas posibles (incluso suicidándonos infinidad de veces), sigamos viviéndolo una y otra y otra vez, por siempre?
Este hecho se encuentra planteado en una peli de hace algunos años, donde Bill Murray encarna a un maduro reportero de tv (Phil), encargado de la sección del tiempo, al cual le ha sido encomendado cubrir el evento del “Día de la marmota”, en un pueblo pequeño y perdido en cualquier lugar, donde la marmota, cada año, predice la llegada de la primavera o la continuación del invierno. La ceremonia es una fiesta, a la que asisten la mayoría de los pobladores del lugar y en donde Phil se siente como un extraño, fuera de lugar y a disgusto por el trabajo encomendado. Lo acompaña una bella reportera (Andy Mcdowell) y un camarógrafo.
Phil no es humilde, más bien todo lo contrario: es fatuo, cree que todo se lo merece y que debería tener una suerte mejor, que estar en aquel pueblo “rascuache”, esperando a saber lo que una desdichada marmota puede o no pronosticar.
La experiencia reiterada de que todos los días, sean el mismo y casi idéntico día para Phil, le permite primeramente, constatar que su actitud desdeñosa y prepotente con la gente que se cruza en su camino, no lo conducirá a ninguna parte. Y el vivir repetidamente el único y mismo día que es con lo único que cuenta, le hará conocer más a fondo a muchas personas del lugar, a hacer amigos, y finalmente a comprender que su forma de obrar y comportarse, sólo le produce insatisfacciones. Descubre que le gusta su compañera la reportera y que irremediablemente se enamorará de ella.
La vida, el tiempo cíclico, le dan a Phil la oportunidad de mejorar como persona, como hombre, como amante, como amigo, como ser humano.
Por supuesto, toda la historia es una utopía donde el tiempo circular es el gran protagonista. La cinta pudiera parecer a ratos un tanto pesada o aburrida, por la repetición constante de escenas de cada nuevo día que son el mismo día. Mcdowell luce preciosa, tierna, y le da el motivo a Phil, para saber que vale la pena vivir, por una mujer como ella.
Este “Hechizo del tiempo” es una película para disfrutar en un domingo apacible, acompañado de la familia y un cesto grande de palomitas; pero también para reflexionar sobre la idea, de todo lo que haríamos, cambiaríamos o seríamos capaces de realizar en forma diferente, si pudiéramos corregir nuestros errores o la forma en que hemos humillado o maltratado a alguien en particular.
No cuento más. El tiempo circular ha sido y será un tema muy socorrido para contar historias; cineastas y escritores pueden dar fe de ello. Entre estos últimos, cito a Borges, Cortázar y Bioy Cásares, que a pesar de todos los miedos y dudas, hizo héroe a Emilio Gauna, aunque fuera solamente por unas horas.
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