ÉPOCAS


El coche no arrancaba. Ella le daba manija y protestaba. Él, desde la butaca, la alentaba a continuar.
- Si estuviéramos en el 2005, no tendríamos este problema. - dijo ella resoplando.
- Tú quisiste venir a 1920... Te creíste el romanticismo que te contaba tu abuela, y ya ves, no hay nada romántico… Esto no anda ni para atrás ni para adelante. - dijo el hombre malhumorado.
La carretera, como siempre, estaba desierta. En el inmenso desierto tejano, no volaba ni un insecto. El sol calcinaba las rocas y los cactus. El calor creaba espejismos sobre el asfalto.
- En 1920 había caballeros, y ellos hacían este trabajo. - volvió a protestar ella.
- Vuelvo a decirte que ésta es tu fantasía, fuiste tú quien quiso venir a esta época. Yo soy del siglo XXI… donde ya no hay caballeros. Ustedes, después de tanto feminismo, borraron la caballerosidad. -
La mujer, agitada, insistía girando la manivela; el auto no encendía; la transpiración corría por sus sienes.
- Además, - agregó él. - en el 2005, todo lo hace la tecnología… ¿para qué se necesita caballerosidad? -
Un sonido se oyó a lo lejos. Ambos miraron en esa dirección y descubrieron, con alegría, que se trataba de otro coche, muy parecido al de ellos. Después de algunos minutos, el vehículo atravesó la planicie y llegó hasta donde estaban varados. Se detuvo. Una mujer joven conducía.
- ¡Abuela! - gritó la otra con la manivela aún en la mano. - ¿Qué haces aquí? -
- Tú me llamaste… ¿Acaso ésta no es tu fantasía? -
- Claro. - respondió la nieta.
- Entonces, ven y sube al auto, te llevaré a conocer el romanticismo de mi época, donde los caballeros existen. -
- Pero… ¿y qué hago con mi novio? -
- ¡Bah! ¡Déjalo! - respondió la abuela. - Es tu fantasía, no la de él. -
Sin más palabras, ambas se perdieron en la inmensidad de Tejas, mientras tanto, el hombre, perplejo, no tuvo más remedio que construir un nuevo ensueño. Uno en el que no hubiera novias.

( mayo 2005 )