La luna está menguante, los demonios están saliendo de mis ojos y lo que veo, todo lo que vea será designado para una larga perdición en el miedo, el frío y la oscuridad y verá sus males eternos toda mente a la que se le ocurra mirar mis ojos. Soy Flíncilo... aquél que se alimenta del miedo y la inhibición de las almas y el dolor; amo y señor del frío y la oscuridad.
La luna llena será mi despertar y el fin de las almas que ven mis ojos.
Siento las caricias de las almas heridas y de los parásitos; enveneno a todo ser aquél que succione mi sangre, quemándolo todo con toda la furia mientras siento las caricias del miedo, el dolor y las perdiciones de las almas ajenas... Miro de reojo al oído para hacer lo mismo con alguna música, todo quién la oiga será hundido en el reflejo del demonio, su visión y sus oídos serán enviados al olvido, a ver si sirve de algo... No se suaviza nada, ahora no tienes más que hacer que caminar con todo lo que más te hiere.
La luna llena está y Flíncilo empieza a buscar almas perdidas, soy un carroñero que insta a los espíritus ajenos a cavar su tumba para luego sumergirme, sacarlos, y descuartizarlos con un serrucho, falange por falange, dedo por dedo, brazo por brazo, tomar y duplicar el dolor, la desesperación, la oscuridad, la frialdad, la crudeza y los gritos de cada parte y sentir la calidez de los infiernos más profundos en cada ser.
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