El dia que Hermione conoció la magia

El lápiz yacía descascarado y mordido en sus manos, casi irreconocible pero siempre listo para ser utilizado. Hermione no supo que más hacer para ahogar el aburrimiento que la invadía cada vez que la profesora de matemática, la Sra. Butterbutt, repetía una y otra vez las aburridas y sencillas tablas de multiplicar. Mordiendo el lápiz, doblándolo, castigándolo incansablemente escuchó y repetió el monólogo matemático junto a toda la clase.
- Tres por tres, nueve. Tres por cuatro, doce- comentó la profesora dirigiéndose a la clase, con sus cortos y regordetes brazos, señalando cada operación en un pizarrón verde y algo gastado por el uso-. Repitan conmigo por favor: Tres por cinco, quince. Tres por seis dieciocho. Tres por siete…
Hermione dejo caer su inteligente cabeza sobre el pupitre, conocía las tablas del tres, cuatro, cinco y hasta la del doce si era necesario. La clase de matemática, como la de literatura, biología le eran claramente algo aburrido y sencillo .
- ¿Srta. Granger, la aburro con mi clase o no durmió lo suficiente anoche?- interrumpió el maratón de números la Sra. Butterbutt parada justo sobre el enrulado cabello de Hemrione, quien denotaba un claro aburrimiento y desgano-. ¿Acaso esta clase es poco para usted? ¿Podría decirnos como continúan las tabla del seis, del siete, y así hasta la del nueve?- amenazante y enfadada pregunto la profesora acercándose al pizarrón y borrando toda la ayuda posible.
- Si usted así lo prefiere profesora- con un aire superador y casi arrastrando los pies se acercó a la pizarra y anotó todas y cada una de las tablas de multiplicar con una letra clara y muy prolija, casi mejor que la de la profesora-. ¿Así le parece bien? ¿O prefiere que realice una ecuación algo más elaborada?- preguntó desafiante y volvió a su asiento, sabiéndose airosa de la prueba y dejando sin habla a la docente.
Butterbutt sorprendida y algo derrotada continuó con su clase. Luego pasaron igualmente aburridas las horas de geografía y música. En todas las asignaturas Hermione se destacaba desmedidamente, sin presentar mucho esfuerzo y con una clara actitud desganada, como sobrando cada situación. Ella siempre sintió que ese lugar no era para ella, que su vocación se encontraba en otros horizontes. ¿Pero cuales?
Como cada atardecer, al escuchar la campanada de salida tomó sus aburridos libros y sin mediar palabra alguna con nadie se alejó lentamente por la puerta de salida del colegio. Hermione era una niña solitaria, su actitud de sabelotodo, sus grandes dientes y ese perfil de estudiosa la alejaban de casi todos los niños de su edad. Ella era el blanco fácil de todas las bromas y por eso siempre prefirió pasar el menor tiempo posible entre las paredes del colegio.
Empezo a caminar lentamente hasta su casa que solo se encontraba a tres manzanas de la escuela. En el camino Hermione vio a un hermosa gata relamiéndose sobre un pequeño muro que servía para separar un jardín de la acera. La adorable gata poseía un pelaje hermoso, de ojos casi humanos y un curioso dibujo que encerraba sus ojos como si de unas simpáticas gafas se tratara.
-¿Estas perdida linda gatita? Pareces estar tranquila – se dirigió al felino mientras tomo de su bolsillo un poco de las galletitas que le sobraron del almuerzo-, ¿quieres un poco linda? – Hermione extendió su mano ofreciéndole a la gata un poco de aquellas deliciosas migajas.
Pero con un ademán casi humano, la gata movió su cabeza de un lado al otro, como negándose a la deliciosa oferta. Luego el inteligente animal inclinó su cuerpo como agradeciendo y salto hábilmente hasta una reja negra de complicados herrajes circulares. Desde lo alto, el animal pareció sonreír y continuó mirando con los ojos repletos de interés a la estupefacta niña que empezó a caminar lentamente hacia el cruce de la calle sin mirar si venía un automóvil, sorprendida por el extraño comportamiento del animal.
Cuando se encontró en medio de la calle, recién en ese instante se percató que un vehículo que venía a altísima velocidad se encontraba a menos de dos metros de ella. Ya sin tiempo para hacerse a un lado Hermione solo atinó a juntar los brazos y extender la palma de sus manos, como queriendo frenar el automóvil. En un segundo, el coche no solo no la chocó, sino que literalmente la atravesó sin realizarle rasguño alguno. Es como si Hermione se hubiese desaparecido delante del auto, y hubiese aparecido detrás de él.
Con las manos temblorosas y el pelo más revuelto que nunca reaccionó nuevamente corriendo hasta la otra acera y se sentó en el piso en un verdadero estado de shock. Con la mirada perdida y sus ojos castaños embebidos en lágrimas vió como en la vereda de enfrente la astuta gata sonrió cómplice, guiño uno de sus grandes ojos y desapareció mágicamente en lo que dura un chasquido.
Hermione decidió no contarle a nadie lo que había vivido esa tarde, ya bastante mal la trataban sus compañeros por considerarla una sabelotodo, como para que también le digan “Hermione la loca de los gatos” o “Granger y sus autos fantasmas”. Pero esa extraña experiencia fue solo la primera de una larga cadena de hechos inexplicables y vivencias que podrían catalogarse tranquilamente como “magia”.
Todo culminó (o mejor dicho comenzó) cuando a los pocos meses, al despertar un domingo bien temprano vio por la ventana de su cuarto pasar en pleno vuelo a un hermoso búho blanco con tintes color castaño que se posó sobre la rama de un viejo árbol de tilo. Al salir de su habitación, todavía con la cara algo abrumada por el sueño y el pijama metido dentro de los calcetines vio una carta esperando solitaria bajo la rendija de su puerta. Hermione la abrió y con sorpresa leyó lo que cambiaría su vida para siempre:

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA
Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore
(Orden de Merlín, Primera Clase, Gran Hechicero, Jefe de Magos, Jefe Supremo, Confederación Internacional de Magos).
Querida señorita Granger
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.
Muy cordialmente,
Minerva McGonagall
Subdirectora