La penumbra me acobija, la desdicha me golpea, los pensamientos son inversos e intento alejarme de esta vida dominada por terceros; pero ya es tarde el tiempo diseño nuestro futuro, uno inseparable, uno donde tus besos son el aire que alimenta mis suspiros, tus carisias la chispa de renacimiento y tus ojos son la vía asía el mañana anhelado.

En el triángulo de la noche nuestras vidas cambiaste, la esperanza nunca perdiste y por eso te debo todo; es difícil explicar lo que no tiene explicación, es difícil describir lo que aconteció en ese tiempo infinito donde el fuego de tus ojos penetro en los míos mostrándole la luz al final del olvido.

Se encontraron nuestras almas, dejándose sentir en los susurros de nuestras voces, en las tibias carisias de nuestras manos temblorosas, inmaduras, jugosas de anhelo; nuestros cuerpos de papel fugases en la suave brisa, elevándonos a la estratosfera donde afloraron los sentimientos tan golpeados por la vida.

Del calor de nuestros cuerpos emergió la pasión desenfrenada, dormida por tanta espera; fundiendo así el deseo nacido en nuestras mentes, donde el inhóspito silencio le dio paso al gemido estridente que hizo de este amor un sueño diferente.

La felicidad arropo nuestro soñar, uno olvidado en el desván; la melodía de tu sonrisa tan llena de vida me lleno de fuerzas para seguir y el sentir el calor de tu cuerpo al despertar hizo brotar destellos de alegría de mi boca, porque recordé el futuro que tanto anhelo pero que en el camino había olvidado.