Capítulo 11: “INFILTRADA BATALLA”.
Eran las 21:00 hrs y la acción entraba a ser nuestro plato de fondo, se encontraba a la vuelta de la esquina y la palabra temor, era algo inexistente en nuestro vocabulario. Respire el aire nocturno que por primera vez en mi vida no estaba sucio, al contrario, estaba plagado de convicción, me sonaba a pureza. Ya estábamos en la puerta, y para no levantar ni la más remota sospecha, llevábamos ropa a la moda, esto facilito bastante que yo no fuese reconocida, pues era la portada del diario El Mercurio, y no precisamente recibiendo un Nobel, sino con la espada en mano y con una apariencia ruda hasta la muerte. Algo me dio una risa que debí ahogar con fuerza y fingirme con catarro: la forma en que nos saludaron, por eso, yo estuve a punto de jurar que era parte del ballet del lago de los cisnes, fue tan respetuoso el recepcionista con nosotros, ni se imaginaba que la fuente del orgullo de su patrón, era exactamente una bomba de tiempo programada precisamente a eso de las 21:20 hrs.
En el vestíbulo, nos repartieron a diferentes habitaciones, pero todos sabíamos lo que debíamos hacer. Nos vestimos con nuestra ropa de batalla, pues de ahí no saldríamos con las armas vírgenes, luego cogimos un pequeño botín (toallas, jabones, ropa, etc.), nuestras armas y luego reunirnos en el salón. El presentador con el corazón saltando de alegría, dijo algo así para presentarnos: “Señoras y señores, aquí tenemos a un grupo emergente que con su grandioso arte apoya al rey. Por favor recibamos con un gran aplauso al Ballet Realista Chileno”.
El mini-teatro del hotel estalló en aplausos y aclamaciones hacia lo que desconocían era una montonera. El sonidista puso de fondo el tema que mejor me resume y que mejor resume la tradición de rebeldía chilena, la independencia, su autor Patricio Manns, “El Cautivo de Til Til”. Al segundo, el público quedo atónito y esa es la escena en que los viva el BAREACHI, se transforma en un millar de pifias al grupo. Entonces, nosotros salimos armados hasta los dientes, saltamos del escenario y bajo amenaza de batalla atamos a los realistas, ninguno de ellos para nuestra sorpresa estaba armado, así que fue más fácil que quitarle un dulce a un niño superarlos. Algunos se creyeron los muy rebeldes, pero nadie es capaz de doblegar a un patriota así como así, por ende no fue necesario disparar medio tiro siquiera para sentarlos, pero según su salud y su influencia, además que por estrategia dejamos ir a uno que otro según su condición de salud y su influencia en el poder político del país, que según su condición, ya ni se sabía qué clase de estado era. Esto era para no cometer injusticias con inocentes y concentrarnos en los rehenes que de verdad nos importaban, los cuales eran el gobernador, su familia y los dirigentes políticos y de guerra del ejército español junto con sus respectivas familias. Atamos aprovechando el efecto sorpresa a los ya dichos y partimos cabalgando al aeropuerto Arturo Merino Benítez, en realidad galopando a toda máquina, el tiempo apremiaba, luego en un gesto liberal los despachamos en un vuelo de carga, no me pregunten cómo, a Valparaíso, luego, según nuestras fuentes serían deportados a Sudáfrica. Era la madrugada del 01/04/2010. Para mi gusto, el momento en el que dimos una verdadera lucha por nuestra liberación, pero no había que alegrarse tanto, por lo pronto aprendí, la guerra estaba en pañales, peor aún la batalla. Luego en un acto de libertad, de revolución, de cambio, de hacer lo que nadie se atrevería a hacer, nos armamos de valor y nos hicimos a la noche, que se encontraba tan oscura como los realistas. Nos hicimos al camino que nos conduciría al ejército que ignoraba el estado de sus superiores, nos conduciría a hacer lo que yo llamo tentar al diablo: provocar a un ejército. Y debo admitir que el factor sorpresa es grandioso si se quiere salir victoriosa cuando se lleva las de perder. Entramos al estilo Rodríguez: gritando y así asustar a la guarnición y por ende despistarlos. El caso es que herimos a la mitad y al resto los insultamos y la guinda de la torta de nuestra provocación fue huir a caballo por la carretera en dirección norte. Nos seguían algo así como unos 80 soldados, era vencer o morir, pero todos estábamos seguros de en caso de ser necesario, daríamos nuestra vida por la patria. Todos cargábamos cuerdas y pudimos, después de usar el ataque sorpresa y herirlos, atar a los postes y árboles unos 40, era una señal de protesta, de decir que la causa patriota tenía vida, existía en sus filas gente consiente, los otros 40 arrestaron a punta de metralletas a Katherine Alarcón, Francisca Michea y Soffía Medina. Conmigo lo intentaron, pero me vieron tan ruda como una fiera y no se atrevieron a seguir. Al concluir la batalla, no estábamos tan mal, de hecho nuestro peor resultado eran las detenidas, por consiguiente cargamos las cosas en los caballos y los seguimos, no podíamos perderles el rastro. La batalla se había instalado con el avance de comandancias, luego con los arrestos sorpresa. Nuestro mejor punto fue espada y fuego. Las hondas fueron inexactas. Los mazos olvidaron como usarlos, pero les dieron una utilidad más efectiva y sencilla, en cuanto a caballerías, tuvieron un desempeño regular, pero cumplimos el objetivo de vencerlos, aún teniendo unas detenidas que corrían riesgo de morir, aún así les ganábamos en astucia y número. Todos hicieron un esfuerzo considerable y de los españoles solo salvaron ilesos 10, 30 heridos y 40 señuelos. De nosotros había solo 10 heridos y a espada, así que fue fácil curar las heridas y seguir el GPS con el que Carolina y yo los guiábamos. Mi hermana y yo en la misión ESPIONAJE, fuimos primordiales, una camioneta se nos perdía de vista y adiós a las presas, por eso que es un consejo aconsejable dividirse los grupos y poder seguir a todos. Luego escondidas escuchamos un reporte que decía que las dejarían en la quinta región, por ende bajamos la marcha, pero no por mucho tiempo.