Capítulo 4: “LA DEFENSA DEL CURSO”.
Un tanto atrasada salí del salón, y advirtiendo la ausencia de inspectora alguna, pasé velozmente la inspectoría; hacía mi ingreso oficial a la escuela, adentro miré el reloj y eran las 8:30 a.m., a mitad de camino tuvo la mala idea de pasar una inspectora, me agaché bajo una vieja mesa de madera que sobre ella tenía una planta en un desgarbado masetero que en parte cubría el horroroso mantel azul con blanco a cuadrillé, cuando pasó, me incorporé rápida y silenciosamente y corrí a mi sala. Pero un ruido jamás inusitado había en todos los salones de clases, esto significaba la inminente ausencia de los profesores por encontrarse en consejo, seguramente para calmar los ánimos por la situación del día anterior. Más tranquila abrí la puerta y efectivamente no había profesora alguna en la sala. Me arreglé y saqué voz de quien sabe dónde. Aprovechándome de la situación, hice publicidad a la guerrilla; mis compañeras simplemente no me creían, no sabían quizás cuán patriota soy. Cuando lograron creerme su objetivo era convencerme para ir, yo las acepté a todas feliz. Como no estaba la profesora, tomamos nuestras pertenencias, fuimos al retrete y nos marchamos sin fecha de regreso del colegio.