Era la tarde fogosa de horizonte a horizonte

viva y clara como un amanecer de poesías.

Cuando te conocí la tarde volvió a ser mañana;

llevabas el mundo en tu silueta,

la suave brisa movía tu cabellera,

como buscando molinos de viento,

a pesar de que era otoño, las hojas

regresaban a sus orígenes

tratando de imitar a la primavera,

la tarde fue calidad y a veces fría.

Eras toda una Luna !todo un Cielo!; caminabas hacia mí,

y toda luz,

todo ruido

y todo miedo,

agonizaron en mis huesos.

¿Dónde estabas crisálida nocturna?

Era mi vida la que llevabas en tus alas, desde siempre,

¡oh! mariposa de mis sueños.

Era mi alma la que se deslizaba desde tus labios hasta tus pechos

en aquellos siglos de mis cien soledades.

Cuando te conocí la tarde se volvió mañana y aun no llega la noche.










De Renjo