Como la neblina a la noche, en su persecución vespertina, noctámbula, silenciosa, entre la rugosidad de la montaña.
Como el silencio al susurro, que clama por una interrupción melodiosa en medio del jadeo fragoso de tu respiración
Como la copa al vino, que se humedece en su interior solo con la intención pasajera de dar placer a otras bocas
Como tu espalda a mis dedos, que añora esa caricia tibia, humedecida con el sudor de tus hombros bronceados
Como el sol al rocío, que ilumina las praderas para consolarse con el perfume del campo al no poder tocarlo
Como tu pecho a mi regazo, donde la alquimia bioquímica crea el amor elemental en nuestros cuerpos
Como el lienzo al tenue trazado, que inmortaliza pasajes en el virgen retazo
Como la libertad a las mariposas incesantes, espontaneas, luces benditas en tinieblas perpetuas
Llueve a través de mi ventana, y te extraño como la neblina la noche, como el silencio al susurro, como la copa al vino, como tu espalda mis dedos, como el sol al rocio, como tu pecho a mi regazo, como el lienzo al tenue trazado, como la libertad a las mariposas, y te amo, inexplicablemente, sin razones, pero con sentidos extraños, inconclusos, relatados, no premeditados, amalgamados para ser recitados. |