De mis años de lectura he extraído varios trozos para la historia, que fueron escritos en antiguos tiempos están vigentes: me tome el atrevimiento de agregar un pequeño comentario contemporáneo
• —HIJO MÍO—decíale una vez Temístocles, el famoso guerrero y estadista ateniense a su primogénito—: eres el ser más poderoso de Gre¬cia.
— ¿Yo ? ¿cómo así ?—inquirió el muchacho.
—Porque los atenienses dominan a toda la Grecia, yo gobierno a los atenienses, tu madre me gobierna a mí, y tú gobiernas a tu madre.
Ciertamente , en nuestro tiempo los hijos mandan
• PLUTARCO nos habla de un romano a quien sus amigos censuraban por haberse divorciado de su mujer.
— ¿No era bella ?—le decían— ¿No era virtuosa ? El interpelado, por toda respuesta, adelantó un pie y preguntó a sus amigos si no era primorosa y elegante su sandalia.
—Y, sin embargo—añadió—, ninguno de ustedes sabe dónde me aprieta.
verdad
• ANTÍGONO CÍCLOPE, el más notable de los generales de Alejandro Magno, fue a visitar a su hijo enfermo. A la puerta tropezó con una joven hermosísima que salía. Al entrar quedó sorprendido por el excelente y risueño aspecto de su hijo.
—Se me ha retirado la fiebre—dijo éste gozoso.
—Sí, ya lo sé—repuso el padre—; la he visto salir a punto que yo entraba.
El amor cura cualquier mal
• PREGUNTADO por un discípulo qué era mejor: si casarse o no casarse, contestó Sócrates:
—Cualquiera de las dos cosas que hagas, te pesará.
Sócrates fue un sabio
• COMO HARMODIO, vástago de muy antiguas y linajudas familias, le echase en cara a Ifícrates, brillante general hijo de un zapatero, su humilde cuna, contestóle aquél:
—Yo soy el origen de mi nobleza; tú, el fin de la tuya.
El falso orgullo mata lo noble del ser humano
• TEOPOMPO, rey de Esparta, fue uno de los primeros soberanos que previeron los peligros de la monarquía absoluta. Para evitarlos, creó lo que hoy llamaríamos un Parlamento, y delegó en él parte de sus facultades de gobierno, con júbilo y gratitud del pueblo. Pero su esposa le afeó esa conducta, diciéndole:
—Estás mermando tu soberanía. Les dejarás a tus hijos un poder menor del que recibiste de tus padres.
—No—replicó el Rey—; se lo dejaré mayor, porque les durará más.
Es la democracia
adrimaco
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