Amanece en esto miserable que nos rodea,
entre las sabanas tu cuerpo somnoliento,
en el balcón tomando un café insípido,
nos conocimos en la fila del racionamiento… ¿recuerdas?.
Un poco de pan,
un poco de arroz,
unas lonjas de tocineta…
nos apartamos de un par de señoras engrifadas como gatos,
en los forcejeos del hambre,
las horas desesperadas en busca de comida.
Luego en el mercado negro,
tu vendes un collar de perlas y un celular,
yo un notebook y unos zapatos aun elegantes…
conseguimos una botella de vino y papas,
suficiente para una noche casi sibarita.
La tarde cae y arrancamos de los motines,
de los asaltos y linchamientos,
de los desgarros sociales,
la devastación ejerciendo sus calculados daños,
somos ratones asustadizos deslizándonos hacia nuestra guarida,
para conservar la sangre un día mas en nuestros cuerpos.
Y nos compartimos,
flacos como alambres de un cerco viejo,
nos enredamos buscando algo de calor…
afuera los estertores de una sociedad hundiéndose lentamente.
El café esta frio,
despiertas y me abrazas,
hueso con hueso,
piel con piel…
aun vivos.
|