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La escena es esta. Estoy en el casino. Una de las cajeras me sonríe. Me acerco. Le pregunto a qué horas sale. Me dice la hora. Le digo que la espero para llevarla a su casa. Sale. La encuentro. Nos vamos. Platicamos. Nos conocemos. Llegamos por cerveza. Ella vive sola. Es linda. La amo. Huele bien. Quiero hacerle el amor. Tiene pinta de prostituta. Me excita. Saca un cigarrillo. Fuma. Yo también. La tengo en la cama. Espero un poco. Ella me llama porque ve mi pantalón abultado. Tenemos un sexo increíble y ahí me quedo a dormir. Me pregunto cuántas veces habrá hecho eso. Por la mañana olvido ir al trabajo. Ella me dice que me quede para siempre. Yo le digo está bien. Voy por mis cosas a la casa. Regreso. Tenemos un par de polvos más. Prendemos la tele. Ella hace de comer. Tenemos un par de polvos más. Cambiamos de canal. Ella trabaja en la sección de pronósticos. Ella sabe lo que va pasar en los juegos. Me enseña algunos trucos. Vivimos así. Y yo recuerdo haberla visto antes. Fue en un burdel hace dos años. Ella cambió de empleo. Vemos fútbol. Ella sabe los resultados. Ella bebe. Ella habla de deportes. Ella habla de deportes muy bien. Conoces a Floyd Mayweather. Sabe que va ganar la próxima pelea. Entonces comprendo todo. Ella es una especie de ángel negro. Entonces me quedo ahí. Pasan los días. Somos felices. Platicamos de esto y de aquello. Envejecemos. Tomamos vino tinto. Tenemos polvos. Tenemos hijos. Vendemos hijos. Ella sigue trabajando en el casino. Yo apostando. Nadie sospecha que andamos. Ella es hermosa. Tiene el pelo negro. Es blanca. Tiene la cara cuadrada. Tiene los labios raros. Tiene la nariz de gancho. Tiene una trasero terso y abombado. Yo estoy enamorado. Lo estamos pasando bien. No sé qué está pasando. Esto está muy loco. Pero lo estamos pasando bien ella y yo. Y ella tiene los dientes chuecos. Oh, cómo me gustan los dientes chuecos. Y tomamos vino y vemos la tele. Y empieza a hacer calor. Salimos al parque. Vemos los pájaros y hablamos de la muerte. Y hablamos de nuestros órganos. Y hablamos de lo solos que estamos. Y nos abrazamos. Y ella se ve más hermosa que nunca. Y ambos sabemos que estamos mal, que no hemos hecho nada bien, pero estamos juntos y ella de alguna forma conoce los resultados de los deportes. Tiene algo. Tiene colmillo. Qué sé yo. Estoy enamorado. Me gusta enamorarme. Me gusta recordar esa sonrisa y pensar que puedo dormir y soñar con eso y sentirme siempre así como en ese momento. Recuerdo cuando la conocí. Yo ya la había visto. Ella ya me había visto. Maldita ternura en su cara increíble. Entonces llega un señor duro y dice que todas las empleadas de ese lugar son unas putas. Y la volteo a ver, y la muy puta, hermosa y adorable, me sonríe, la muy puta, la muy tierna.

Texto agregado el 27-12-2011, y leído por 313 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
27-12-2011 Buenisimo chavo, muy original. esclavo_moderno
27-12-2011 Bueno el cuento, situación excepcional por estos tiem pos, aunque para mi gusto el final flojón, quizás sentimentaloide, podría haber n finales contundentes, pero solo es un aopinión personal, saludos chavo marxtuein
27-12-2011 !Genial amigo!, muy original, felicitaciones al escritor, van mis ***** danydancedance
27-12-2011 Digo: un cuento con estructura de tal; inicio, nudo, desenlace. Buen inicio, buen nudo, buen desenlace. Un ritmo corriendo sobre una pared angosta, que, sin embargo, no cae a ninguno de los lados. Se sostiene hasta el final. Un final excelente. Evidentes contradicciones que no son tales, en medio de un gran juego de imágenes. Me recordó (todo el cuento) a "El hacha pequeña de los indios", de Abelardo Castillo. Un abrazo, amigo. fabiangris
27-12-2011 Por fin, un cuento. Gracias por el placer que me proporcionó leerlo. fabiangris
 
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