Tijuana BC. Dic. 2011. Nosotr@s... ya no somos lo que fuimos.
Ya termina este 2011 y el año nuevo se asoma indeciso y reflexionó en lo que nombramos como finalizar un año, es tan solo una marca ficticia en el tiempo, que limita al pasado con sus errores y caídas que nos recuerdan que somos seres humanos con muchas imperfecciones.
En algún lugar se van quedando los años y en otro muy especial, nuestros cariños.
La nostalgia, haaa, la nostalgia, de no ser por ella, el pasado seria tan insignificante y gris como el presente.
Porque si nos ponemos a repasar los días del ayer, no es porque las cosas ya no sean lo que fueron, es porque nosotr@s, ya no somos lo que fuimos.
Aunque es un ayer que nunca dejara de sonar entre nuestros recuerdos, y su voz de ningún modo podrá callar, nada nos lo devolverá.
La nostalgia forma parte de nuestra diaria conversación y en ella eliminamos palabras vacías, angustias simples, el desamor y la falsedad.
Y ese olvido, creo yo, es un mecanismo de auto defensa donde todo lo que pueda lastimarnos, es archivado en el lugar más retirado de nuestra conciencia, donde pierde fuerza y se vuelve inofensivo.
Por eso, cada amanecer es un nuevo principio y cada día nos ofrece la oportunidad de volver a empezar.
Cierto que en la vida hay fracasos, sólo que es mejor aprender de ellos que almacenarlos.
Por eso, intento quitar las telarañas de los rencores, abrir puertas, ventanas, permitir que el viento se lleve todas las ofensas, penas y desconsuelos.
Me siento bien como para mentirme a mi misma, aunque a veces, no estoy muy segura de eso, sólo que…si tuviera que calificarme, creo que lo haría sin avergonzarme o preocuparme por mi reputación.
Sin embargo, he aprendido que si me piden mi opinión sobre alguien, intento ser cuidadosa al expresarla, ya que corro el riesgo de hacer un juicio equivocado, como tantas veces me ha sucedido, cometiendo así errores y volviéndome cómplice de quienes levantan falsos, sin ver el daño que se causa las personas.
Como consecuencia, puede ser que en ocasiones me sienta sola, o casi sola.
No es una queja, es un hecho que no tiene nada que ver con quienes me quieren y rodean.
No, es algo más personal, que me hace pedirle a Dios o la vida, que me siga dando la oportunidad de entregarme a lo que amo y forma mi lucha diaria.
Por lo tanto, estoy convencida de que, el único encanto del pasado, radica en que es el pasado.
Querer que aquello que ha pasado vuelva a ser, es siempre una equivocación.
No hay tiempo para lamentos, hay mucho que hacer, ganas de vivir y compartir, los recuerdos quedaran donde deben, el futuro, lo espero confiada y con la fuerza de la esperanza.
El presente lo vivo, ¿Qué tal si lo compartimos?
Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, donde bailo y canto con la palabra escrita, y la palabra escrita, baila y disfruta conmigo.
Andrea Guadalupe.
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