Ella se recuesta, apretando sus recuerdos, y abrazando su almohada como si fuera el cuerpo tibio de su eterno amor, y son sus brazos los que la sumergen en un cálido y profundo abrazo.
Toma de nuevo sus escritos y plasma en las hojas todo lo q siente por él...soñando nuevamente que alguna vez, el pueda leerlos, que los pueda guardar, como ella guarda el calor de su cuerpo muy dentro de su piel, el candor de su sonrisa, y la calidez de su voz hablándole.
Todo lo guarda celosamente, en su mente, en sus pupilas, en su alma enamorada.

Cierra los ojos y trata de dormir...mañana tal vez despierte y unas manos suaves y chiquitas toquen dulcemente su frente, avisándole que llega un nuevo día y volviéndola a la frágil realidad de su casa, de su hijo que con ojitos adormilados le sonríe.

Sus hojas escritas de pronto caen al suelo. Seguirá acariciándolo en la noche, en sus sueños dormida, seguirá amándolo en silencio pero con toda el alma.