Inicio / Cuenteros Locales / gallegodehaedo / Soledad y Victoria
Estaba muy dormido Darío. Había trabajado toda la noche en la estación de servicio y terminó agotado. Lo despertó un estruendo, un ruido de manifestación. Se asomó a la ventana de su departamento y pudo observar como una columna de obreros marchaban por la avenida Corrientes hacia el obelisco.
Intentó seguir durmiendo, pero no pudo. Pretendió recordar que debía hacer esa tarde, antes de entrar al laburo. Inútil, no lograba acordarse. Se lavó la cara, se mojo su negrísimo pelo y se tomó unos mates.
Lento hizo el desayuno. El agua estaba muy caliente y mientras se enfriaba, leyó en un viejo diario que andaba dando vueltas una entrevista a Jimmy Page. Los gritos y ruidos de petardos continuaban en la calles, entonces volvió a asomarse a la ventana.
Bajó a la calle sin saber para qué. Supo entonces que estaba cansado del ritmo de Buenos Aires. Con treinta años encima, ya lleva doce en la enorme ciudad a la que llegó desde Pergamino. Podrido de tantos rostros sin afecto y de tanta cara de culo, tenía ganas de abandonar la Capital Federal.
Llamó a la oficina de Victoria, su ex mujer y actual novia. Te propongo encontrarnos para almorzar algo en ese rato que vos tenés - le dijo. Durante esos treinta minutos se conformó con mirar el rostro de aquella mujer a la que amaba mientras la escuchaba hablar.
La acompañó hasta Plaza Lavalle y mientras volvía al encierro de su departamento, se preguntó por qué no podían convivir con Victoria, le gustaría saber en qué habían herrado. Sentía el fracaso, aunque entendía que no quería volver a salir herido y aceptó su soledad, pero no sin desdicha.
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Texto agregado el 24-12-2011, y leído por 137
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Lectores Opinan |
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04-01-2019 |
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Me gustó este texto, será porque es como un momento de la vida de cualquiera. Saludos. Magda gmmagdalena |
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