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Inicio / Cuenteros Locales / bukowski / La hormiga que quiso hacerse daño

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Cuando Fran alcanzó uso de razón decidió que volcaría todos sus esfuerzos en ser el único dueño de su vida. Sabía que esto era una empresa difícil, sobretodo porque como miembro del Nido e hijo de hormigas trabajadoras estaba ligado a una serie de roles y obligaciones que parecían trascenderle. Con los años luchó por avanzar hacía ese horizonte lejano que un día quiso divisar.

Pero un buen día, al ir a trabajar a la cantera se olvidó el casco, pensó que tampoco tenía mucha importancia. Al llegar el capataz le llamó, y con su estridente y tiránica voz le gritó que debía ponerse el casco para trabajar. Fran le preguntó que por qué, a lo que el capataz le respondió que por su seguridad. El problema vino cuando Fran le expuso que él era el responsable de sí mismo y que el no llevar casco sólo le perjudicaba a él y que no entendía por qué tenían que obligarle a mantener su seguridad. Obviamente el capataz llamó a un médico para que examinara su cerebro.

Entonces Fran descubrió cuál era el camino para la libertad, para ser dueño de sí mismo tenía que ser libre para hacerse daño a sí mismo, porque esto implicaba que él era el único que decidía sobre sí mismo. Desde entonces trabajaba sin casco, conducía sin cinturón, cruzaba la calle sin mirar y siempre reaccionaba contra cualquiera que le obligara a protegerse con el tan sospechoso paternalismo de Estado.

Pronto corrió la voz de que un pirado andaba por ahí haciendo el suicida y desafiando las leyes de la Reina, que según decían estaban por encima de las vidas de las hormigas, eran omnipresentes, omnipotentes y por supuesto trascendentales y de obligado cumplimiento; pues sólo la Reina sabía lo que era bueno para sus súbditas. Para evitar un contagio de esta extraña enfermedad encerraron al bueno de Fran en una jaula.

Encerrado, ¿así terminaba su lucha por su emancipación? No podía creérselo. Entonces decidió que para reafirmar su libertad (y eso que no era un seguidor de los románticos) debía suicidarse, y lo hizo dándose cabezazos contra la pared hasta que quebró (la cabeza se supone). Eligió hacerse daño. Eligió.

Texto agregado el 25-07-2004, y leído por 2843 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
22-08-2005 no posssssssssss sduv31
20-03-2005 el trasfondo de esta historia es descubrir que el ser humanon posee, sin duda, una única y verdadera libertad... y esa es la de poder decidir; independiente de las consecuencias o de los hechos en sí. Somos nosotros quienes decidimos finalmente. StriX
10-10-2004 Divertido....aunque podria ser un poco mas elaborado el texto....no digo complejo..tal vez mas dinamico. Akeronte
01-10-2004 Se lo mereció, la hormiga no tenía razón, nose puede ser tan anarkista, hay k seguir unas leyes, sino esto sería un caos, un Haití, creo kestaba chota de la cabeza, tomaba tripis y eso le llevo a ese desenlace tan triste. Lum
16-09-2004 Cayó en la más sistémica de las trampas. libelula
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