| Poema ausente
 
 -I-
 
 Día 1:
 
 Contagiado
 Enfermo de ti
 Reverenciando tu alma
 Extasiado
 Absorto en tu cuerpo
 Sin consuelo
 Atenuado por ti
 Cansado
 Volando lastimas en mis ojos
 Resentido
 
 -II-
 
 Atroz,
 Tu mirada de hoy
 Mi verdad, que no es la tuya
 Alejada, mi bienamada
 Sin merito ni culpa, por gusto
 Humilladora ausente, de este pobre,
 Al que no  consuelas, porque no quieres
 Dulce e ingrata mujer, del averno a veces,
 Celestial siempre,
 Que sabes de tu poder sobre mí
 Y lo usas,
 Lo usas, porque eres Eva
 Y yo un Adán, frágil y entupido
 Como todos los “Adanes”, cegados
 
 -III-
 
 Día 2:
 
 Me pesa como losa,
 Te digo que me pesa este ataúd, de ausencia, y no te inmutas
 Huelo tu tibieza
 Y me hago lobo
 Revuelve mi cama en la noche  y seamos manada de dos
 En este momento, que quisiera ser sueño,
 Ven, alada o real,
 Entre celestiales coros
 O con el soniquete de los reproches a 45 revoluciones por minuto
 pero mírame, complaciente y abierta, cobijadora
 Dos días sin tus ojos  y ya me estoy gangrenando
 
 -IV-
 
 Vuelve, aún con reproches
 Pero vuelve
 Aunque no te hayas ido
 Y ámame como nunca lo hayas hecho
 Que yo pensaré en involucros, ó en lo que quieras.
 
 Yo prefiero que dejes el equipaje de los reproches cerrado
 Para que nos encontremos, humanamente primigénios
 Salvajes, sin ataduras, primitivos en celo,
 Mi maleta de snob, la guarde hace tiempo, en otros trasteros.
 
 Si algún día me voy, me iré ligero de equipaje
 Quizás un sudario o un traje medio nuevo
 Con los labios y los ojos sellados,
 Con las manos cruzadas, en una digna pose
 En un escaparate de velatorios, con libro de firmas
 Hacia un destino de fuego y cenizas aventadas
 Porque no me iré de otra forma,
 Te lo juro, mi amor
 
 -V-
 
 Día 3:
 
 ¿No has acabado conmigo?
 ¿Quieres la humillación total?
 Aquí la tienes
 En bandeja te la entrego
 Junto al puñal del sacrificio,  que ya me he clavado
 En el altar del orgullo, según el rito acostumbrado
 Envuelto en papel de cera te hago ofrenda, de este corazón
 Que te entrego, para que no manche tus manos
 Manos de cirujana-sacerdotisa
 sazónalo a tu gusto, pues tú lo comerás
 Como Saturno, devorando a sus hijos
 Pero no seré el mismo,
 Me faltará un trozo, para amarte de verdad, explícitamente
 Demostrarte ese amor absolutamente real
 Sin manipulaciones, ni subjuntivos
 
 -VI-
 
 Clávame en tu alma
 Y hazme sufrir, con ese amor tácito, con el que tanto disfrutas
 Que donde me encuentro, te hallo, ausencia
 Porque noto tu tibieza otra vez
 Y no te tengo,
 Y se me hace la boca agua
 Buscándote, como un animal enjaulado
 En una jaula de separación cercana
 Sin barrotes ni puertas, pero cerrada
 Y estas a mi lado
 Pero sin estar
 
 -VII-
 
 Día 4:
 
 Parece que vuelves
 Y te recibo como un reluciente caballero
 En el campo del honor
 Con el escudo preparado
 Y la lanza también
 Recibo tus golpes con el escudo y el yelmo abollados
 Y clavare, mi lanza, hasta que supliques clemencia
 De ganas que te tengo,
 Pues ese es el castigo que te impongo
 Por tanto sufrimiento de ausencia.
 
 
 Antonio © M.  ( T i T o. M.)
 20/Diciembre/2011
 Pensamientos Vagabundos
 
 |