Amo los girasoles, no sé si por sus colores, porque miran al sol,
porque me recuerdan al campo y el campo a mi infancia y mi infancia a mi
padre...
O serà que me traen a la memoria ese primer novio que atendìa
cada uno de mis caprichos infantiles, y aún me sonrio al recordarlo
parado ante mi puerta con la enorme planta de girasol con raiz, tierra y
todo, y la cara de espanto de mamá.
Será por Los Girasoles de Van Gogh, que me enamoró por su
sencillez y calidez cuando apenas podía sostener un lápiz y
garabatear algún raro monigote (debo reconocer que jamas pude
superar esa etapa artísitca).
A algunos les gusta el mar, a otros las montañas, la nieve, el
verano, las planicies, los valles, los rios turbulentos, los arroyos
mansos, pero no creo que nadie pueda no extaciarse con un océano de
girasoles meciendo sus cabezas con el viento, asemejando millones de
mariposas amarillas dispuestas a volar...