Aparecen varios guardias armados que se abalanzan sobre Mirinda y lo tratan de sujetar. Mirinda sorprendido y apenado se da cuenta que ha sido traicionado por la mujer. Esta habla histéricamente:
—¡Ayer ya me molestó haciéndome una seña grosera y hoy quería que viera su erección!
Los guardias tratan de arrastrar a Mirinda pero no logran moverlo.
—¿Cuánto pesás, hijo de puta? —exclama uno de ellos
—Peso 653 kilos — responde Mirinda y estaba diciendo la verdad.
—¡Bueno! ¡Qué se vaya y no regrese más!— concedió el jefe de ellos. Mejor que se fuera y que no se supiera que cuatro hombres robustos no habían logrado mover a un tipo.
Salió Mirinda de la biblioteca meditando. ¿Serán todas las mujeres iguales? ¿Así de traidoras? Ese maldito de Edy Castillo no decía nada en su libro. Se lo preguntaría al ciego.
El ciego lo estaba esperando bastante enojado: -Mi sobrina anda loca preguntando por ti…
Mirinda movió la oreja y sonrió…
Texto agregado el 20-12-2011, y leído por 335
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