Felicidad, ese era un sentimiento que sería abandonado por mí durante un largo tiempo, siéndome negado por aquellos que involuntariamente al querer lo mejor para mí, sólo estaban dañándome aún más. Así que me alejé de todo, con la esperanza de reunirme nuevamente con mi perdida alegría, pero fracase y ya nunca más me fue posible reencontrarme con ella. Fui junto con mi desesperada alma al espejo de la verdad, pidiéndole casi a gritos desgarradores que me mostrara al culpable de todas mis desgracias y grande fue mi sorpresa al encontrarme con mi propia imagen reflejada.
Al principio pensé que mis ruegos no habían sido escuchados, pero más tarde comprendí que no había error alguno, la verdad estaba frente a mí. Entonces ¿Quién me ha negado la felicidad todo este tiempo fui yo? ¿Por qué perdí el tiempo culpando a otros cuando pude haberlo provechado en salvarme? Pero ya no hay nada que hacer, sólo esperar a que el final que me ha alcanzado ya termine lo que conmigo empezó.