La luz de la madrugada se escapó por el espacio superior de la puerta, iluminando la pequeña habitación en donde residía, cambie de posición, mirando a la pared y abrigándome con las sabanas, tratando de opacar los rayos luminosos del nuevo día que llego, siendo inútil mi esfuerzo. Como de costumbre mire el techo, ya un poco despejada mi mente, y pensé que “el día será igual que anterior” la misma rutina fastidiosa de desayuno, clases, almuerzo, casa, cena, ordenador y cama… Pero aun sabiendo ello, siempre me levanto con las ganas que me quedan del día anterior. Creo que lo único que hizo el tiempo que ando vivo es enseñarme a cambiarme de máscaras como de ropa, pidiendo esconder una lagrima en una sonrisita. Aunque no niego que me siento bien cuando hago que alguien más se sienta mejor, supongo que es la forma de olvidarme de mis problemas, Problemas que uno mismo se crea por llevar un estilo de vida desordenado, pero que aún no encuentro el equilibrio por el cual poder balancear mis días.