Suspiré casi sin aliento...
Llevaba desde las dos del mediodía hasta las tres de la madrugada trabajando. Es normal en un día como este: fin de año. Trabajo en uno de los restaurantes más lujosos de Berlín y al ser de lujo viene todo tipo de gente de dinero y obviamente tienen que tener el mejor servicio y con la mayor rapidez posible. No me agradaban sus aires de superioridad, aunque no todos fueran igual, pero si la gran mayoría...
Me llamo Cassie, tengo veinticinco años y soy de Estados Unidos. Mi madre era de Santo Domingo y mi padre de Phoenix. Se conocieron cuando mi padre viajo a la ciudad de mi madre, se enamoraron y los dos viajaron a Phoenix para formar una familia. Si, si, si todo como una película, pero todo cambió cuando mi hermano pequeño Kellan, de diecisiete años murió. Se metió en el mundo de la droga, bandas... y lo mataron... De eso ya hace cinco años y yo decidí irme y empezar una nueva vida sin ninguno de mis familiares. Siempre me habían gustado los idiomas por eso conseguí este trabajo. Pagan muy bien en un restaurante de lujo y aun más si sabes todos los idiomas que yo me se...
Tengo el pelo largo, ondulado y completamente negro. Los ojos oscuros con unas largas pestañas y la piel morena, igual que mi madre. Mis labios son carnosos y tengo una nariz puntiaguda. Soy delgada y bastante alta.
Por fin la gente ya se había cansado de estar sentados en un restaurante y empezaron a desalojar el local. Todos los trabajadores empezamos a limpiar y a ponerlo todo en su sitio. Una vez acabé estaba muerta, por suerte vivía unas calles más abajo de esta y no dataría mucho en ponerme en mi camita...
Cogí mi bolso, me hice un recogido rápido en una pinza y salí del local lo más rápido posible. Estaba muerta de sueño y las calles estaban muy oscuras. Caminé por las calles desiertas deseando llegar lo antes posible a mi casa. Caminaba decidida mirando al frente hasta que un gemido de dolor interrumpió mi paso. Me paré en seco y miré a mi alrededor, en la acera del frente, a unos tres metros de una farola habían unos tres chicos pegando a alguien. Saqué mi móvil rápidamente del bolso y volví a mirar esa escena.
-¡Dejadlo o llamo a la policía!-grité con el móvil ya en la oreja, pero sin haber marcado nada aun. La voz me salió firme pero estaba aterrada, esos chicos eran fuertes, me podrían coger a mi también con mucha facilidad.
-Vayámonos, ya hemos echo lo que queríamos-dijo uno y seguidamente los otros dos se rieron.
Empezaron a correr carretera abajo hasta que desaparecieron en la oscuridad.
La adrenalina recorría todo mi cuerpo y ya me había olvidado de lo cansada que estaba. Caminé a paso ligero hacia un chico tirado en él suelo. Me asusté al ver que no se movía ¿estaría muerto?. Me arrodillé a su lado y le dí unas palmadas en la mejilla para que se despertara.
-Eh ¿me oyes?-dije-por favor, despierta, debes despertar...
El chico era delgado, con el pelo negro con una cresta y los lados rapados. Llevaba ropa negra algo extravagante, pero le quedaba genial. Tenía los ojos pintados, pero con el sudor y la paliza se le había corrido todo...
El chico abrió levemente los ojos algo desconcertado e intentó levantarse, pero no pudo.
-Shh-susurré-tranquilo, voy a llamar a una ambulancia.
-No, no, por favor, no lo hagas-me rogó.
-¿Porque?-pregunté-Estas herido, te tiene que ver un médico.
-No, por favor, no lo hagas-dijo.
Suspiré nerviosa. Y lo miré otra vez a los ojos un poco más abiertos que antes. Unos ojos de color miel se asomaban al final de esas largas pestañas.
-¿Puedes levantarte?-pregunté.
-Si me... ayudas-dijo haciendo una mueca de dolor al intentarlo.
Pasé uno de mis brazos por sus hombros, y el otro por encima de su pecho y entre la fuerza que hizo para levantarse y la fuerza que hice para ayudarlo conseguimos quedar los dos de pie. Pasé uno de mis brazos por su cintura y él pasó el suyo por mi hombro. Cogí mi bolso del suelo y fuimos caminando despacio por las calles desiertas hasta llegar a la entrada de mi edificio. Con algunas dificultades por solo tener una mano libre conseguí abrir la puerta principal. Entramos y caminamos hasta el ascensor, que por mi alegría ya estaba en ese piso así que subimos y apreté el botón “8”. El trayecto del ascensor fue en silencio, ese chico se tambaleaba y se notaba que las piernas le fallaban. Una vez llegamos abrí la puerta de mi casa y una vez dentro la cerré con el pie.
Mi apartamento, era la azotea de un edificio. Era un piso amplio, con vistas a toda la ciudad. Unas escaleras daban a la azotea donde tenía mi propio jardín y una mesa con sillas para cenar alguna vez en verano.
En esos momentos estábamos en principios de primavera, aun hacía frío y por eso tenía un fuego al suelo eléctrico, porque me encantaba mirar el fuego mientras quemaba aunque no era real...
Caminé con ese chico hasta el sofá y lo estiré. Le quité los zapatos y los dejé en el suelo. Fui a buscar un botiquín para limpiarle las heridas. Me arrodillé en el suelo, a su lado y primero de todo le quité el maquillaje suavemente para no hacerle daño.
-¿Como te llamas?-pregunté una vez hube limpiado todo su rostro de maquillaje.
-Bill-susurró-¿y tu?
-Cassie-dije empezando a limpiarle las heridas.
-Bonito nombre-susurró mientras sonreía de medio lado, aunque le salió una mueca de dolor.
Le acabé de limpiar las heridas y me quedé arrodillada a su lado contemplando su hermoso rostro. Bill abrió los ojos lentamente parpadeando para que no se volvieran a cerrar.
-Gracias-susurró.
Sonreí como diciendo “de nada”.
-¿Estas bien?-pregunté.
-Mejor que nunca-susurró y yo me ruboricé. ¿Porque me ruborizaba? ¡Vaya tontería!
-¿Quienes eran esos hombres?-pregunté.
-Nacis-dijo.
-¿Nacis?-me alteré.
-Si...-suspiró sentándose en el sofá y dejándome un sitio a mi-Como me visto diferente y dicen que parezco “gay” pues se meten conmigo y... hoy estaban borrachos y... bueno.. ya sabes como ha acabado la cosa...
Suspiro con rabia, odiaba que discriminaran a la gente, y menos a gente buena...
Los que atacaron a Bill eran seguidores Nacis, osea... chicos que querían ser como los Nacis y seguir sus pautas, aunque la sociedad en Alemania los odiara, había gente así, por desgracia...
-¿Donde vives?-pregunté.
Bill no me respondió, cosa que hizo que girara mi cabeza para mirarlo, tenía la vista clavada en el suelo y parpadeaba rápidamente como si estuviera ¿asustado? o... ¿alarmado?
-¿Que pasa?-pregunté.
-No me acuerdo...-susurra mirándome.
-¿De que?-pregunto sin entender.
-No me acuerdo de donde vivo, no me acuerdo de nada, no tengo recuerdos, mi memoria se borra antes de la pelea nada existe, es como si hubiera nacido justo cuando esos me pegaban...-susurró asustado.
-¿Como?-pregunté asustada-haber... emm... dime como te llamas, no se, cosas sobre ti.
-Emm... me llamo Bill Kaulitz-susurró-tengo 20 años y... soy de Alemania.-se quedó callado.
-¿Nada más?-pregunté.
-No...-susurra.
-Mira.. tranquilo ¿vale? Ahora te traigo algo para que te cambies de ropa, duermes en el sofá cama y mañana por la mañana con más claridad, te ayudo con todo esto ¿vale?.
Bill solo asintió, estaba inmerso en sus pensamientos así que me levanté hacia mi cuarto y cogí unos pantalones anchos de chándal de mi hermano y una camisa de baloncesto también de él, me las regaló porque me gustaba esa ropa para ir a correr, siempre se las cogía y un día harto de eso, me las regaló...
Un ruido en la cocina hizo que me despertara de golpe. Parpadeé un par de veces y miré el reloj eran las 1O:32.
Suspiré. ¿Que había dormido? ¿Cinco horas? ¿Menos? ¡Dios! Estaba muerta de sueño, pero antes de que Bill me destrozara la cas prefería levantarme. Me hice un recogido mal echo con una pinza y salí de mi habitación con un pijama de pantalón largo y una blusa de tirantes.
Caminé arrastrando los pies y rascándome los ojos hacia la cocina.
-¡Buenos días!-dijo Bill sonriendo.
No pude evitar mirarlo de arriba a abajo, llevaba puesta la ropa de mi hermano y le quedaba genial.
-Eh... buenos días-dije apartando mi mirada de su cuerpo y fijándola en sus ojos.
Me sonrió mientras se giraba hacia el café que ya estaba echo. Fijé mi mirada en la mesa, había zumo de naranja, una especie de tortitas, miel, nocilla y mermelada. Todo tenía una pinta estupenda.
-Mmm...-dije y Bill rió.
-Creí que de alguna manera te tenía que dar las gracias por todo lo que has echo por mi, que no es poco...
-Es la tercera vez que me das las gracias Bill... pero sinceramente, esto me encanta-me quedo embobada mirando a la mesa.
Bill se ríe y aparta un poco la silla, haciendo un gesto con la mano para que me siente. Sonrío algo sonrojada y me siento.
-Gracias..-susurro.
Él me sonríe cariñosamente y se sienta en otra silla. Desayunamos hablando, Bill esta desconcertado, no sabe como afrontar todo eso y hoy yo tengo fiesta así que tengo todo el día para adivinar quien es...
Desayunamos tranquilamente y al terminar entre los dos lo recogemos todo. Bill se mete en el baño para vestirse y arreglarse y yo hago lo mismo en mi baño personal. Me doy una ducha rápida y me seco el pelo. Me maquillo normal y cuando salgo me visto con una blusa negra manga larga con un estampado gris, unos pitillos grises y unos botines negros con tacón.
Cuando salgo de mi habitación Bill me espera apoyado en la mesa del comedor, al verme me mira y me sonríe. Le devuelvo la sonrisa acercándome a él.
Pasamos todo el día en la calle, dando vueltas, preguntando en los alrededores donde le atacaron si le conocían. Muchas de esas personas eran gente mayor que trabajaba en sus tiendas. Volvimos a casa a las siete, Bill estaba furioso y desilusionado. Se sentó en el sofá mirando directamente al suelo.
-Bill..-susurré acercándome a él.
-...-Bill no se inmutó. Me senté a su lado acariciándole la espalda. Bill se giró mirándome directamente a los ojos, tenía una mirada triste y los ojos completamente brillantes. Bill me abrazó, eso me tomó por sorpresa, pero correspondí a ese abrazo. Le acaricié la espalda cariñosamente intentando tranquilizarle.
-Gracias...-susurró al cabo de mucho tiempo en esa postura.
-No tienes que agradecerme nada-susurré.
Bill se fue separando de mi lentamente. Posa una de sus manos en mi mejilla y otra posicionada en mi cintura. Me acariciaba la mejilla cariñosamente y yo me perdí en sus ojos. Bill desvió su mirada de mis ojos hacia mis labios, desvié mi mirada hacia los suyos y vi como se acercaba poco a poco hacia mi. Volví a mirarle a los ojos y me volví a perder en esos ojos color miel. Finalmente Bill rozó mis labios con los suyos suavemente. Volvió a acercarse a mi rozando de nuevo nuestros labios. Nos fundimos en un tierno beso, nuestras bocas se movían al mismo compás. Dejamos paso a nuestras lenguas rozándose tiernamente y ese beso cada vez fue más apasionado. Bill acariciaba mis mejillas, yo en cambio enredé mis dedos en su pelo acercándole más a mi. Solo se oían nuestras respiraciones y las gotas de lluvia chocar contra el cristal. Llovía y tronaba sin cesar mientras nosotros seguíamos besándonos. En ese momento no pensaba en nada, solo me dejaba llevar por mis sentimientos y mis deseos hacia él. Un trueno hizo que la luz se apagara de golpe quedando solo alumbrados por la luz de la luna y la luz que provocaba el fuego a tierra. Nos separamos de golpe mirando a la oscuridad intentando saber que había pasado, pero al mirarnos de nuevo todo desapareció en nuestro alrededor, Bill me volvió agarrar de la cintura y me besó con ternura.
Con un movimiento me puse encima de su regazo sin dejar de besarle intensamente mientras bill me acariciaba lo más bajo de la espalda por debajo de mi blusa. Bill se levantó de su asiento conmigo en brazos y me dejó delicadamente encima de la alfombra que había delante del sofá y delante también, del fuego a tierra.
Bill encima de mi mirándome directamente a los ojos mientras acaricia mis caderas, resigo su nariz con mi dedo indice, hasta llegar a sus labios y los acaricio también. Bill me sonríe dulcemente y se vuelve acercar a mi para continuar con nuestros besos. Poco a poco la temperatura va subiendo y la ropa va desapareciendo hasta quedar totalmente d3snudos, los dos excitados acariciando el cuerpo el uno del otro y besándonos como nunca cada parte de nuestros cuerpos.
Bill acaricia mi vientre y va bajando hasta lo más bajo de mi ombligo, masajeandolo mientras yo arqueo mi espalda por el placer. De pronto Bill, deja de tocarme y empieza a entrar dentro de mi, fundiendonos como un único cuerpo. Una vez dentro se mueve lentamente mientras me besa el cuello. Le agarro del pelo y lo acerco más a mi mientras arqueo la espalda, jadeando. Cada vez las envestidas son más rápidas haciendo que el placer aumentara y los dos jadeando nos besáramos con más pasión. Nuestra piel envuelta de una capa fina de sudor, brillaba con intensidad con la luz del fuego. Finalmente llegamos al clímax juntos, jadeando. Bill se me tiró encima aun sin salir de dentro de mi. Cuando nuestras respiraciones fueron normales Bill cogió una manta que había encima del sofá y nos tapó a los dos. Me abrazó fuerte contra su pecho mientras nos abrazábamos y besábamos con ternura. Entre el calor de nuestros cuerpos y el cansancio de ese día nos quedamos dormidos abrazados...
A la mañana siguiente el cansancio había desaparecido totalmente. Me fui despertando poco a poco, me encontraba entre los brazos de Bill, bien abrazados. Le di un beso en la mejilla y me separé lentamente de él para que no se despertara. Fui sigilosamente hacia mi habitación y una vez allí entré en el baño para meterme debajo de la ducha.
Dejé que el agua cayera por todo mi cuerpo, relajándolo totalmente. Cerré los ojos dejando que mi mente volara. El ruido de la mampara al abrirse, me asustó e hizo que abriera los ojos rápidamente. Bill me miraba algo avergonzado, pero entró en la ducha cerrando la mampara detrás de él, se acercó a mi fijando los ojos a los mios y nos fundimos en un tierno abrazo.
No sabía porque me comportaba así con él, lo acababa de conocer, y no soy esa clase de chicas, pero él... me transmitía tanta seguridad, ternura... No quería que eso se acabara, tampoco quería que desapareciera lo que sentía por él, ese sentimiento solo estaba empezando a surgir, pero yo sabía que si continuaba estando de esa manera con Bill, ese sentimiento aumentaría y me acabaría enamorando perdidamente de él. ¿Quería eso? Sinceramente... si, aunque me daba miedo enamorarme, pero... con Bill todo era tan bonito, tan.. sincero, que no me importaba nada, solo quería estar con él.
-Gracias por todo-susurra aun abrazado a mi. El agua sigue cayendo por nuestros cuerpos sin cesar.
-Ya te he dicho que no me tienes que agradecer nada-susurro en su pecho. Nos quedamos unos minutos en silencio y luego habla.
-Hace muy poco que nos conocemos, pero aun así, eres la única persona que hay en mi vida en estos momentos y no quiero que te vayas nunca de mi lado...-susurra abrazándome más fuerte contra él.
-No me voy a ir a ningún lado... siempre estaré aquí... contigo...-susurro.
-Gra...-empieza a decir pero le corto con un beso.
Nos sonreímos mutuamente y nos duchamos haciendo el tonto.
Después de vestirme con unos pantalones pitillos blancos, una sudadera azul marino y unas bambas blancas, con rayas azules y lilas, me maquillé un poco y salí de mi habitación. Bill iba por la casa sin camiseta, solo con los pantalones de mi hermano. Entré en la cocina y me lo quedé mirando mientras preparaba el desayuno. Cuando se dio cuenta de mi presencia se me quedó mirando él también.
-¿Que pasa?-preguntó.
-Nada-sonreí y lo abracé.
Besó la punta de mi nariz y me sonrió.
-Siéntate que esto ya casi esta-dice refiriéndose al desayuno.
-No, yo te ayudo-digo.
-No-sonríe-tu siéntate.
Bufo y me lo quedo mirando con cara suplicante. Me dice que no con la cabeza y yo suspiro.
-Bueno pues me voy a buscar el correo que ayer no lo cogí-digo.
-Vale-me da un pico.
-Ya vengo-salgo de la cocina, cojo las llaves de mi casa y salgo de esta.
Bajo con el ascensor hasta la entrada de mi edificio, allí busco mi buzón y lo abro con las llaves. Saco algunas cartas y las miro: publicidad, más publicidad, facturas y más publicidad. Por último cojo una revista de cotilleo que me gustaba leer y cada semana me la ponían en mi buzón.
Miré la portada atentamente y en un cuadro en la zona central de la portada ponía “Bill Kaulitz, el cantante del grupo internacional Tokio Hotel, fue visto ayer acompañado por una chica desconocida” La foto que acompañaba esa noticia salíamos Bill y yo caminando. Me quedé de piedra mirando estupefacta esa noticia, Bill era un cantante, Bill era famoso, Bill... ¡dios mio!
Me giré rápidamente, para volver a coger el ascensor pero este subía, miré los números que iban pasando: uno, dos, tres... hasta llegar a la planta ocho. Una vez dejan el ascensor clico el botón con nerviosismo esperando a que llegue a mi planta. Una vez en el ascensor aprieto el botón ocho y este vuelve a subir hasta mi planta. Una vez allí salgo corriendo hacia la puerta de mi casa, pero allí me encuentro a dos tíos enormes que no me dejan pasar.
-¡Eh!-les llamo la atención-¿que pasa?
-No pasa nada-dice uno-será mejor que se vaya.
-¡Es mi casa!-digo alterada.
Los dos me miran algo sorprendidos y se apartan para dejarme pasar, delante de ellos hay un tío con trenzas y pintas de rapero, Bill esta delante de este con la puerta abierta y mirando fijamente la escena. Paso por el lado del rapero y me pongo al lado de Bill, este me coge de la cintura y se pone un poco delante de mi.
-¿Que pasa?-pregunto.
-¡¿Que coño le has echo?!-me grita el rapero.
-¿Yo?-pregunto-¡nada! ¿tu quien eres?
-¡Su hermano!-me dice.
Me quedo con la boca abierta unos segundos y luego reaccióno
-Pasad y os lo cuento todo-digo abriendo más la puerta.
-Cassie no sabes si es verdad...-dice Bill-¿y si te esta engañando?
Tom lo mira entre sorprendido y enfadado.
-Bill, mira-le enseño la revista.
Tom y los dos gorilas esos se sientan en mi sofá mientras Bill se queda mirando la revista con la boca abierta.
Me pongo delante del hermano de Bill y empiezo a explicarle todo lo ocurrido con Bill, saltándome la parte romántica entre nosotros dos.
[…]
Pasaron tres días después de ese suceso. Tom, el hermano de Bill, se lo llevó al hospital para hacerle pruebas, aunque él no quería. Pusieron una denuncia a esos Nacis y poco a poco Bill va recuperando la memoria. Él me llama y me cuenta las cosas, aunque yo no lo vea, porque estoy trabajando y él intentando recuperar la memoria del todo.
No sabía que pasaría entre nosotros dos, Bill... ahora que casi a recuperado la memoria puede que también vaya recuperando los sentimientos hacia otra persona o ya no sienta nada por mi. También puede que al ser famoso, no quiera saber nada de mi... Estoy echa un lío en estos momentos, no se que pasará...
Estoy estirada en el sofá, sin saber que hacer. Son las doce de la noche y acabo de llegar de trabajar.
Voy a mi habitación para ponerme el pijama aunque no tengo ningunas ganas de irme a dormir. Me pongo mis pantalones shorts blancos de sport, y una blusa básica de color negro con un estampado azul.
En ese momento tocan el timbre y yo me sobresanto. Voy hacia la puerta de mi piso y la abro. Al otro lado, en el suelo, hay un ramo de rosas de color rojo dentro de un jarrón. Saco la cabeza del marco de la puerta, miro a la derecha y no veo nada, pero al mirar a la izquierda me encuentro a Bill apoyado en la pared y sonriéndome. Le devuelvo la sonrisa y me tiro a sus brazos abrazándolo fuerte. Bill me abraza y me besa dulcemente en los labios. Me coge en brazos entrando a mi casa mientras me besa. Nos miramos a los ojos y él me sonríe.
-Gra...-le pongo mi dedo indice en sus labios y hago rodar mis ojos. Bill se ríe-Nada-dice y se acerca a mi para volver a besarme.
Ninguno de los dos sabemos que pasará, si irá bien o mal, lo único que tenemos por sentado es lo que sentimos en esos momentos, y eso nadie nos lo puede quitar... |