Pienso en ti, en un mundo sin sentido, en una esfera sin frío ni calor. Valoro tu expresión, tu sonrisa, la marca de ironía para burlarte de la vida, de la vida, de esa vida recién vestida por otros: todos aglutinados y refocilados por un gusto inverosímil que despierta en llantos y quebrantos, de agonía. ¿Por qué no vivir y dejar vivir sin vida? Porque la muerte es cosa de copas y de tacones, y a veces, de besos en la mejilla. No vestiré el traje, es de mal gusto hacerlo. Te lo prometo. Algún día lo quemaré, o mejor todavía, tú serás quien lo hará. Rociarás el comburente, reservándome el gusto de verlo arder y volver a lo esencial. Si eso te hace feliz, si eso quieres, si con ello gano tu mano en mi rostro y las palabras te quiero, gatito. Sería el mejor cambio para un villano, un vil villano, no un villano de la villa como los de la Barca, sí un malvado acorazado en prejuicios intocables e inalienables.
|