La migraña lo torturaba desde hacía un tiempo.
Silenciosamente, demasiado silencioso, avanzaba con destino ignorado.Reptaba entre los diez mil obstáculos que se le presentaban, tratando de descubrir cual sería el final del camino.
Silenciosamente seguía, ay! demasiado lentamente para su deseo, pues la impaciencia del destino final lo intrigaba.
Silenciosamente, porque se sabía no esperado, avanzaba en la oscuridad de los pasadizos desconocidos, evitando quedar trabado en la maraña por la que se deslizaba.
Sileciosamente se detenía una fracción de segundo, no más, pues una demora mayor podía ser fatal y desencadenar su fin antes de tiempo.
Silenciosamente, seguía,buscando en las estrecheces la ruta...¿hacia dónde?,a veces dudaba...
Silenciosamente,ay! ,silenciosamente,continuó durante horas; ya creía ver la meta, el horizonte al cual debía llegar, pues para eso se había ido formando durante meses con trocitos de aquí y de allá, para ser lo que era.
Silenciosamente siguió su camino, ya avizoraba la meta, se dejaba llevar por el lento caudal espeso, esperando el momento tan ansiado.
Silenciosamente aparecio algo extraño: el verdinegro "stent" irrumpió en la arteria y aplastó miserablemente los proyectos del coágulo que, al fin, llegaba a destino.
La migraña desapareció. |