En el jardín de la inocencia, se escuchan suspiros, donde una niña se oculta perdida.
Donde sus pasos son frescos y diminutos y sus lágrimas alimentan con ternura la hierba.
Allí puede ocultar sus fríos y su delicada existencia como una astilla de escarcha, como un beso perdido…mientras la tierra besa húmedos sus pies descalzos, heridos de piedras y espigas…


Por que se detiene el tiempo, por que se detienen las palabras cuando debemos decir esas cosas, cuando queremos decir esas cosas.
Corriendo infinitamente y tu y yo nos volvemos a encontrar hablando en un semáforo con todas sus luces encendidas.
¿Por que las palabras fluyen arrepentidas y dolorosas cuando ambos queremos reír y vernos riendo a los ojos, sintiéndonos despojados de sombras y miedos?

Es fundamental, un espectáculo, es intenso el intento, los colores y las palabras que bailan en nuestro día. Ya lo sabes, solo dime, puedes decirme que quieres bailar aquello sin que me provoque o como quieras.
Danzar bajo la lluvia, bajo la noche y que yo desate mis ataduras en silencio. Haciendo de ellas cuerdas de un concierto de ideas y conceptos.
Tú podrás encontrarme sangrado, esperando lo que digas y yo replicaré otra vez…
Mi amor, mis días sin sombras, mis palabras escritas en el viento, en la nada, en el todo…
Ellas quieren entrelazarse intensas, de las tuyas y las mías en un abrazo.
Corriendo veloces.
Más allá de los muros, mas allá de las lluvias, mas allá del tiempo, mas allá de la memoria, mas allá de las señales, mas allá de todas las personas, sin signos, sin preguntas y sin respuestas, y solo ser del existir…

Tu puedes sentirlas acariciarte a la vez que vuelan y resisten cualquier desaliento y ahogo exhaustos, y se enredan en un pasadizo de estrellas caídas en tus ojos de calidoscopio, que al tocarte puedo sentirme libre en ti.

¿Que podríamos decirnos más, que no sepan los sentidos, que se refleje más que en las caras? Tu rostro de miel y mi rostro oscuro haciendo el amor al hablarnos.


Ni en todo el mundo podría entenderse… nos gusta jugar y desafiar la gravedad.
Yo lo voy a intentar fijamente, dar media vuelta una vez y otra vez, mientras somos dos, dos pensamientos fugaces intentando fijarse en el tiempo y más allá de lo tangible…
Pero libres y cautivos, cautivos, atrapándonos y libres, liberándonos como dos niños en un abrazo colmado de fuego, e inocencia.