Santa Rosalía BCS. Dic. 2011. Mar desierto.
No se le piden favores al mar desierto, se le piden sirenas tentaciones, espejismos.
Porque en él, se encuentra todo, hasta el paraíso prometido.
El mar desierto, no responde a las plegarias, no es la voz de los espíritus.
Sólo celebra al viento que pasa, a la piedra que pule hasta volverla invisible.
Para vivir en el mar desierto, se necesita músculo, sacrificar algo a cambio.
Porque en él, el misterio no se esconde, está a la vista, brilla sin freno.
No hay mayor mar desierto, que el que llevas contigo.
Cuarteadoras en el alma por la aridez dominante, como pequeñas islas desvaneciéndose.
Y al final, sólo quedan las fisuras, el vacío.
Lo que del mar desierto sobrevive, es la luz imantada de un pasado infancia que ya no existe.
Porque el mar desierto no es un espejo deforme, es una opresión transparente.
En el mar desierto, todo es lo mismo; la vida que fuimos, la muerte que seremos.
Quien se pierde en el mar desierto, ya estaba extraviad@ de antemano.
El mar desierto, con sus alucinaciones, nos demuestra que la materia no tiene más peso que la luz.
Que es un lugar que no echa de menos a nadie, que no requiere de nuestra presencia.
Porque es la imagen posterior del fin, es lo que queda después, huesos en polvo.
Como una profecía acechando en las alturas, como el vuelo circular de las aves de rapiña.
El mar desierto es la paciencia de lo inhumano, la agonía aceptada.
El mar desierto, es más cielo que olas, más sol que arenas, y si miras bien, es toda agua.
El mar desierto, enloquece a l@s cuerd@s, y pone cuerd@s a l@s loc@s, como un choque eléctrico, es la balanza entre la razón y la sinrazón.
El mar desierto lo es todo; Pasado y futuro, cercanía y lejanía, paraíso e infierno.
Y si te miras al espejo, lo sabrías de inmediato, mar desierto eres y en mar desierto te convertirás.
Andrea Guadalupe.
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