Es que llegaste de la nada,
Como ladrón,
Como ladrón,
Con tu carita, tus manos suaves y esa sonrisa como armamento,
Llegaste en plena penumbra,
Cuando yo apenas me asomaba por la hendija abierta que aun guardaba en mi interior,
Como ladrón,
Como ladrón llegaste y me sorprendió tu inocencia,
Me sorprendió también tu mirada,
Me invadiste y no dije nada,
Me dejaste en pampas,
Te llevaste contigo mis más valiosas posesiones que había guardado por años, en la repisa junto a la cama,
Las tomaste,
Las tocaste,
Las robaste,
Si! Las robaste,
No me pediste nada,
No esperaba llegaras,
Sentí tanto miedo, cuando apareciste,
Algo inexplicable se apodero de mis piernas,
Y el estupor apareció,
Mis inseguridades afloraron,
No sabía si quedarme o correr como lo hacía antes tras una pelota de color rojo, que nunca tuve,
Tras algún amigo imaginario,
O cuando extendí mis manos tan alto solo para probarme a mí misma que podía alcanzar las estrellas,
Los astros y tal vez ver a Dios en su trono con su túnica blanca, con cabello largo y mirada dulce,
Así como lo pintara Da Vinci o cualquier otro con buena imaginación,
Ahora que te me llevaste todo, iré tras de ti y llevare conmigo entre mis manos una flor y en mi cabeza todo lo que dejaste, tus huellas, tu aroma, y lo pondré enfrente, soltare el lazo que se ataba a mi cuello sosteniendo mi vestido y te quedare viendo, sin esperar digas o hagas nada,
Solo que me abraces tan fuerte que tu corazón y el mío palpiten a ritmos diferentes y sincronizados,
Tan fuerte que me olvide de este plano y viaje a velocidades de los juegos mecánicos y subamos a la cima de la más alta montaña y construyamos ahí nuestro palacio.
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