Mirinda cambia de casa

Mirinda preparaba su mudanza. Invitado por el ciego
a compartir su apartamento, había aceptado y ahora estaba en la copa del jacarandá, juntando sus pertenencias en una caja de cartón: Dos camisas, dos pantalones (uno estaba roto en la rodilla), 4 corbatas, tres zapatos, ya que el faltante se lo había comido en un ataque de gula, 4 pares de medias, 1 cepillo dental, 1 desodorante a bolilla (porque sabía el estrago que causan en la naturaleza los aerosoles) y 1 ejemplar de la revista People, ya que le agradaba saber del jet-set y esto de la realeza holandesa era un buen tema de conversación.

Saltó del árbol, dejando boquiabierto al guardaparques, y se dirigió con su caja en brazos a la nueva morada.

El ciego, Lucas se llamaba, lo estaba esperando con
una botella de vino descorchada. Brindaron.

—¡Bienvenido!—le dijo Lucas.

Mirinda sintió que los ojos se le llenaban de agua y
no sabía porqué.