Saliendo del bar, me perfora el terco antojo de un cigarrillo. Meto la mano a mi bolsillo para buscar la cajetilla y el encendedor. Al sacarlos, sale también un pedazo de papel doblado, y cae sobre el asfalto aun húmedo por la lluvia.

Me extraña semejante encuentro, ya que no cargaba yo con otra cosa mas que mis vicios. Pero como siempre, la curiosidad seduce al gato. Lo desdoblo y lo comienzo a leer:

"Hey...

Se que esto sonará raro, pero he pasado toda la noche viéndote, pensando en la mejor manera de acercarme a ti. Desafortunadamente la celosa timidez me ata de manos y pies.
Con resignación, te escribo para decirte que encuentro tus labios irresistibles y fantaseo con morderlos. Te confieso que veo tus ojos y flaquean mis piernas, mis hombros sienten derretirse y que planeo -si tu me lo permites- pasar el resto de mis tardes viéndolos hasta que algún día comprenda por que no puedo separar mi vista de ellos. Veo tu mano, y la imagino tomada de la mia, caminando a la par de nuestros pies.
No conozco tu nombre, pero creo que es mejor así; de lo contrario, permanecería en mis labios consumiendo mi existencia hasta que quede solo un contorno a gis de donde solía estar mi cuerpo.
Lo que si te puedo decir es que, si decides darme la oportunidad, estaré en la barra esperándote con una cerveza en la mano, soy la chica con la camiseta de Rolling Stones."



Me sentí cálidamente conmovido. Corrí de nuevo al bar. Bajé las escaleras lo mas rápido que pude, los brincaba de dos en dos. La banda aun seguía levantando brincos de la multitud sudada y gritona. Me hice camino entre la gente a codazos y golpes. Llegué a la barra, y finalmente es cuando la vi...

...y no me gustó.

La vista me paro en seco. Me congeló el duro golpe de realidad. Esta mujer... ¡Ah, como esta fea! Pobre engendro sudoroso. Tenia los dientes desparramados por todos lados, buscando una escapatoria de lo que solo puedo imaginar es un apestoso aliento encebollado. Un tic facial que la hacia parpadear ambos ojos y levantar la nariz. Por supuesto, tremendo bigote "Burt Reynolds". Llevaba una camiseta, si, de Rolling Stones, pero de hombre y unas tres tallas mas grande que lo que dicta la lógica. De las mangas se desprendían unos apios velludos que terminaban, en lo que parecían ser ramas de arboles deteniendo unas cervezas.

Permanecí unos 40 segundos inmóvil. Parado ahí, tratando de diferenciar si era hombre o mujer. Echó su mirada hacia donde estaba yo. La sonrisa que pega de oreja a oreja al verme parado frente a ella, hace que me de un escalofrío seguido de un ataque de pánico. Pero, sin embargo, como todo caballero, tomé la decisión de platicar con ella antes de hacer un juicio, basado solo en su apariencia.

- ¡Hey! - Rebuzna el engendro, levantando su brazo y revelando una amarillenta marca de sudor de su axila.

Decidido, me doy la vuelta. Salgo corriendo y gritando, meneando mis brazos en el aire. Me aventé un salto doble, con giro mortal hacia atras para brincar la sudorosa multitud. Subi los escalones, brincando de 4 peldaños a la vez. Llegue a mi casa y tuve que darme un baño.


Aun ahora cuando me acuerdo, la piel se me pone chinita