Como todo guerrero siempre he luchado, y aun tengo cicatrices en la mente que me recuerdan mis derrotas, molesta sentirlas en las noches, duelen, pero cuando las siento nace de nuevo el placer de tenerlas, y sin darme cuenta adormece mi valor y calla el deseo de dejar de ser un esclavo; a veces gano y es cuando duermo, pero es tan incomodo estar de guardia en sueños, cuidándome de no ser vencido aun en mis sueños. Pero el premio de serme fiel es exquisito, pues la paz y la libertad cubren mis venas y nace el amor a mí y las excitantes cicatrices desaparecen, claro, sólo por esa noche, pues es una batalla ganada, no la guerra. pero el enemigo que constantemente me asedia, que no puedo librarme de este que me persigue , y aun en el baño, sin respetar las reglas de la guerra, me ataca y pudre el pensamiento limpio, éste Otro Yo que me traiciona, que con tácticas misteriosas llega a mi flanco izquierdo, derrama el aroma de Ella en mis ganas y sin poder reaccionar me agrieta la mente, es ahí cuando sé que estoy vencido, pues sabe mis debilidades, Él me conoce, siempre supo como darme el estacazo final. A veces entra por la retaguardia, cómo todo traidor, pero a veces le abro la puerta y con cortesía le doy un vaso de vino y recibo un beso traidor que se dan en estas ocasiones.
Éste Otro Yo, sí, el infalible Otro Yo, que insaciable somete mi cuerpo y lo llena de Ella, y como trofeo se lleva mis decisiones, pero como todo guerrero siempre lucho, soy valiente (menos cuando siento frio en las sabanas, o en los dedos de los pies, siempre ayuda el calorcito de Ella). Gano en algunas noches y soy libre, pero cuando pierdo, variando entre lágrimas y alegrías me deleito en mis derrotas, y ya no escucho mi deseo, pues ya no existe, y soy nuevamente su esclavo…pero después, fundiéndome entre recuerdos y tristezas, sabiendo que es otra dosis de cianuro romántico que éste Otro Yo permite que ella me inyecte en el alma, soy escollo. ¡Que difícil es ser libre de mi mismo!
Él es un tonto, no sabe con quién trabaja, ella hará lo mismo con él como lo hizo conmigo, jugará con su piel, y también con la mía, soy él también desgraciadamente; lo endulzara con aromas y pasiones, lo envolverá en sus mentiras y después le dará, a modo de brindar su victoria, sin hielo, la hiel de su amargura.
Ya veremos cuando llegue vencido, yo seré se quien ría y le diga: “te lo dije” como Él lo hizo conmigo antiguamente.



El mesiaz