La tarde pinta de amarillos y rojos,
camino hacia el jardin
y observo la grama
que verdea el pequeño horizonte,
me quedó erguido, mirándo sin ver,
me abrazan los pensamientos.
Me observo distinto, huelo aromas,
miro arriba, miro abajo,
allí andan
minúsculas y eficaces dentaduras
minando carne y alentando espiritu.
Reúno mi niñez,
y entiendo mejor mi juventud,
el año del día lo acepto con ternura,
cabalgo, diría, entre el pasado
y mi futuro, entre los amores
que me bautizaron
y el amor que tengo erguido,
a mis recuerdos les doy la mano,
y al amor de hoy, mi amor,
le instalo un amor en sus labios.
A mi patria veo colorida,
la tierra estruja mis ancestros
cobrizos y radiantes,
ahora es el abrazo que aprieta
mi pequeño corazón,
mi patria nos pertenece
desde la orilla de sus rios,
desde el hielo de sus aukis,
nosotros la hicimos, ondeamos sus banderas
sobre plazas y cañadas angostas,
la preñamos de música
y el color de su fiambre.
Apenas los acompaño
desde mi pequeño jardín
que ahora siento el hogar
que entibia mi cuerpo
entregado al amor que ahora
descubro más limpio,
íntimo, pequeño, extenso.
El verde se disipa,
observo las flores del fondo,
tomaré aquella que parece
fundar el indigo que reposa
en las manos de mi amor,
se la llevaré para decirle
que la extraño, que no tarde.
|