Había pasado mucho tiempo, el recuerdo de esa otra mitad se borraba en su mente y se diluía en el alma, dejando apenas un halo de lo que vivieron en un tiempo y un espacio remoto. Aún antes de nacer estaban predestinados. La promesa de sus palabras, ese no te olvidaré era apenas un susurro en su corazón. ¡Es que se habían amado tanto!. Ahora, sola, en un mundo extraño, daba tumbos por la vida buscando ese remoto recuerdo del amor.- Se encontró muchas veces con muchos amores, pero para ella eran sólo remedos de amor, a penas alcanzaban a entibiar su alma. Se revolcó en pasiones desenfrenadas, en busca de algo que la hiciera sentir viva.- Ya cansada, ajada por el tiempo, destruída la ilusión y la frescura de la juventud, en un lugar donde nunca imaginó, conoció a un hombre, la verdad es que era solamente un muchacho, joven lleno de vida con sus ilusiones intactas. Ella nunca pensó en él mas que en un amigo, un compañero, ya había dejado de buscar esa esencia vital. Pero bastó un segundo, en que sus miradas coincidieron, y sus ojos se fijaron uno a otro en la profundidad de sus almas a través de esa mirada. En un segundo el mundo pareció detenerse y era verdaderamente maravilloso, aquello que ella tanto anhelaba, estaba allí, delante de ella. Pero el destino había sido cruel, él con toda su fuerza y ella en el ocaso de su vida, con toda la amargura y los prejuicios sobre ellos. ¡Qué trágico sino!, haber amado una vez y tener que perderlo nuevamente! Después de tanto esperar, cuando sus fuerzas se agotaban, sus labios bebieron su beso postrer para irse en los brazos de la muerte con el recuerdo de aquel que amó por la eternidad.- |