Hoy te ví, me saludaste sonriente y de igual manera respondí. Y en el momento recordé... ¡Cuánto tiempo te soñé! ¡Cuántos suspiros al aire sintiendo que mi pecho florecía cada vez que te veía! Si tu mirada se cruzaba con la mía, y al saludarnos nuestras mejillas se unían... mil mariposas jugueteaban en mi estómago y miles de voltios eléctricos en mi piel recorrían, me estremecía...
¡Cómo te quería! Eras perfecto, tu sonrisa, tu mirada, tu manera de hablar, tu manera de caminar... Todo tú eras mágico,especial, único.
Nadie nunca lo supo, guardé mis sentimientos tan dentro que tu jamás te diste cuenta, jamás lo supiste, jamás lo imaginaste.
Y pasaban los días, los meses y hasta años pasaron y yo feliz cada vez que alguna actividad nos unía, ambos solteros sin compromisos ni ataduras que a mí me prohibieran desearte; Libremente continuaba soñandote, queriéndote, esperando que en algún momento te dieras cuenta que yo estaba ahí, que era valiosa, única, que sentía que fui hecha para tí y tú para mí... Y en silencio y casi sin darte cuenta te miraba, te miraba.
Hoy te ví, me saludaste sonriente y de igual manera respondí. Y mientras te alejabas recordé, hace seis años atrás escribí una carta, la carta más increíble jamás escrita; En ella abrí por completo mi corazón, en ella confesé todo lo que sentía por tí, en ella no te pedía nada sólo te explicaba mi gran necesidad de decir todo lo que sentía, de liberar todo lo que en mi pecho se agolpaba durante tanto tiempo, de alivianar ese sentimiento maravilloso pero que por momentos dolía, oprimía el pecho, angustiaba y ya no me gustaba, ya no lo deseaba...
En esa única carta, ese único día, te entregué mi corazón, te entregué mi amor...
Seis años han pasado y así como te veo alejar en medio de la multitud del medio día en esta ciudad, así recuerdo, como si fuera hoy, que no le diste mayor importancia, que no valoraste mi corazón, mi razón. Callaste y escondiste la mirada y sólo cuando me acerqué y decidida pregunté si mi osadía te había molestado, enfadado, aún escondiendo tu mirada respondiste entre palabras cortadas :" Hay que ser muy valiente para escribir y entregar una carta como esta..." y nuevamente callaste y nunca, hasta el día de hoy palabra pronunciaste.
Y en ese preciso instante tu en mi cambiaste, no te pedía nada, sólo en esa carta me desahogaba y esperaba que por lo menos pensaras y una respuesta real y directa tu me entregaras, más los días pasaron, los meses pasaron, los años pasaron y tú nunca ni un si, ni un no a mi persona le brindaste.
¿Es que mis sentimientos jamás valoraste? ¿Tan poca cosa en mi encontraste? Si tan solo con un "gracias, pero no puedo responder de la misma manera a tu querer" me habría bastado y hoy serías mejor valorado.
¿Atrevida, osada, fresca...? Quizá para algunos esa carta eso significó, más para mí como una tabla de salvavidas se transformó. No me arrepiento, volvería a hacerlo, vivo tranquila y en un rincón de mi closet está esa carta escondida como fiel testigo que seis años atrás "crucé un tormentoso río, sin saber que encontraría en la otra orilla, en la travesía no me ahogué, y al llegar al otro lado más liviana me encontré".
Hoy te ví, me saludaste sonriente y de igual manera respondí. Y ya no siento mariposas en mi estómago ni corrientes eléctricas confunden mi piel. Aunque ambos continuamos completamente solteros (o como algunos dirían "solterones"), ya no siento nada al ver tu sonrisa, al cruzar nuestras miradas, al escucharte hablar, al verte caminar...
Y ya no te espero, ya no te sueño, ya no te deseo, no hay suspiros, la magia se acabó, lo especial se desvaneció y ya no eres único para mí, aunque no ha llegado todavía quien lo sea...
Y no es despecho, no es orgullo, es pisar firmemente con los pies sobre la tierra y valorarme, creerme el cuento que sí, soy única, especial y que en algún lugar, se encuentra quien sí sabrá valorar, apreciar y amar a esta mujer que tiene mucho que entregar y compartir, alguien que tan solo al verme sabrá que fuí creada para él y él para mí. |