Imagino el color de su voz con las palabras q el viento va dibujando ante mis oídos. Y aunque avanzamos por medio de un lunes agitado, puedo sentir sus movimientos de cristal, como hojas bailando al compás de una brisa de otoño. Mientras voy maquinando una tras otra situaciones cada vez más inverosímiles con el secreto propósito de solo arrancarle una risotada, enserio disfruto hacerla reír y cada carcajada q acompaña a ese extraño ruido q hacen sus zapatillas al caminar.

Y es cierto jamás podré ver el color de sus ojos, pero su dulce aroma le dan a todo su ser un color q Dios envidiaría para el mejor de sus lienzos, tampoco podré ver nunca lo radiante de un día soleado pero con el sonido q hacen sus dientes al rosar sus labios no imagino un resplandor más intenso.

Quizás no pueda distinguir entre un pedazo de algodón y otro de lijar para madera sin antes tocarlos, pero con sus dedos recorriendo mi mano no necesito de ningún otro indicio para traer a mi mente la suavidad de la piel de un ángel. Vamos lentamente e intento no perderme en cada pequeño detalle de su ser.

La tarde a de estar muy bonita, porq puedo sentir como sus cabellos juguetean con la suave brisa.

Aquel momento parece eterno, y aunque ningún reloj me diga lo rápido q a de estarse acercando la noche no importa q tan oscura y fría venga esta vez, xq a su lado ese calorcito y esa su luz serán dósis perfecta para caminar lentamente por toda la eternidad.

Que si me pregunto hacia donde vamos? -como si en algún momento hubiese importado- mientras este a su lado no interesa si deba recorrer el mundo entero en una sola noche, podría oírla reír y dibujar su dulce sonrisa en mi mente por siempre.