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Inicio / Cuenteros Locales / tavorussi / La Noche, existe en algún lugar.

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Existe un lugar en la noche donde se respira tranquilidad, la luna brilla majestuosa y las estrellas ponen el ambiente adecuado para el reencuentro con uno mismo; pero eso ahora no importa.

Al otro lado de la calle un gato negro, una escoba y una casa de paja mal hecha ponían sobre la escena un aire tétrico y oscuro; cruzar el camino era viajar a otro mundo lleno de dolor y amargura; ¿quién quisiera estar ahí?

Preguntas sin respuestas, simplemente sucede.

En aquel lugar vivía una familia un poco descompuesta, un padre, una madre y su no deseada parejita; la vida no está escrita en un papel que podamos detenernos a estudiar, para poder corregir luego; simplemente sucede y aunque felices los cuatro algo andaba mal por aquellos días.

No se trataba de su maltrecha casa, tampoco de sus tétricos muebles, algo estaba a punto de suceder y la cabeza de alguno uno de ellos fallaría, ¿Alguien lo podría imaginar?

Su pequeño hijo de algunos 6 años, descubrió que al otro lado de la carretera una enorme construcción se levantaba; llegaban camiones cargados de material de obra y a medida que el tiempo una pared veía la luz. ¿Pero que pudo ser lo bastantemente malo para que un su cabeza algo fallase?

Ladrillo sobre ladrillo, piedra tras piedra se levantaba un muro; cuyo objetivo era separar de alguna forma su horrible y desagradable casa del resto de la ciudad.

Su pequeña mente no lograba entender lo que pasaba. Por qué lo marginaban de los demás, que había hecho tan malo como para que lo trataran de esta manera; se preguntaba noche tras noche.

Al terminar la muralla al otro lado de la calle solo se veían piedras y cemento, pero lo que nunca imagino fue que al mirar hacia arriba vería algo nuevo y fantástico. ¿Un niño en una cárcel enorme?

En el día, las nubes enloquecían dando un festival de formas y sombras, el cielo resplandecía azul muy azul, un mar inalcanzable.

De noche las estrellas danzaban al cantar del viento y el susurro lánguido de las aves nocturnas.

Cualquiera pensaría que mirar al frente siguiendo la luz del día como sinónimo de vida es la forma correcta de caminar; pero aquel infante descubrió que la noche era para él su refugio lleno de libertad. ¿La noche?

La luna era su faro guía, la oscuridad, le recordaba lo perversa que puede resultar el mundo real, el susurro fúnebre de la brisa nocturna, le sonaba como aquellas palabras que solía escuchar sin llegar a entender su buena o mala intención.

Algunas veces un mar de estrellas aparecía iluminando el cielo, como suele suceder algunas veces cuando ya no se ve la esperanza.

Pelo lo más importante, es que encontró un lugar perfecto en la noche para estar con sí mismo, su propia vida.

Existe un lugar adecuado para cada quien donde la vida da un respiro de tranquilidad, donde la luz se vuelve majestuosa y pequeños y muy numerosos recuerdos ponen el ambiente adecuado para el reencuentro con uno mismo. Y eso es lo más importante ahora.

Texto agregado el 07-12-2011, y leído por 113 visitantes. (0 votos)


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