CUENTO DE NAVIDAD
Puedo contarte un cuento de Navidad. Con tal de alegrar tu carita triste.
puedo inventarte un maravilloso cuento donde todos son felices, cantan villancicos, ríen y abren paquetes cargados de regalos. Pero sé que serán mis nostalgias que me visitaran por un momento.
Esa, cuando todos estaban alrededor de la gran mesa. Esa que creíamos que siempre perduraría para festejar el Milagro. Pero, ¿sabes? Los años pasan y van dejando un plato menos, un lugar vacío. Una silla que nadie ocupa.
No, ¡por más que lo intente, no podría hacerlo! Su sola proximidad, hace que broten mis tristezas. Pero, tú, niña, no tienes motivos para acongojarte.
¡Ahora! ¡Hoy es tu tiempo! ¡Disfrútalo! ¡Come las doce uvas y por cada una de ellas pide un deseo! Uno por cada mes del año y espera tu obsequio.
Ya las memorias se irán sumando y no volverán a ser la mismas. ¡No, no lo creas! ¡Claro que las tuve! Y con mi padre armaba el arbolito y me alzaba en sus brazos para que colocara la estrella más grande y luminosa que hayas visto.
¡Pero, fíjate como soy! En lugar de borrar tus simples tristezas, no hago más que aumentarlas y los ojitos te brillan y dos lagrimitas juegan a las escondidas.
¡Te prometí un cuento! ¿Verdad?
¡No, si no estoy llorando! Es el humo de mi cigarrillo que nubla mi mirada.
Había una vez…
¡Perdóname, hoy no puedo! ¡Sólo déjame abrazarte, como cuándo eras bebé!
Y a través de tu dulce inocencia, desearles a todos una ¡Feliz Navidad! |