Y atada a su amor caminó, prisionera de sus besos y sus caricias encontrándole solo en sueños y suspiros. Decía no amar, pero ese amor crecía cada vez más en su pecho, esperando una vida y otra más.

Sus ilusiones se convertían en resignación, el carmesí de sus labios en acre magenta de la sangre derramada en su alma herida, la melodía de su voz en el réquiem de su corazón partido y de la ausencia de su principe.
Letania q cubré sus grandes ojos, y hasta los días más cálidos de un eterno abril.

Luto perpetuo q la lleva en una marcha fúnebre al futuro incierto.
El principe de ensueño, ahora es de otra.
Desaparece de este mundo y vuela denuevo.
Alas rotas de un ángel q ahora llevan dolor y pesar en las figuras q dibuja en el cielo.