Era Domingo. Mirinda se levantó y salió del cobertizo abandonado, donde acostumbraba a pasar la noche Desayunó con un pedazo de neumático.
Le encantó el sabor. Era de una marca importada.
Leyó con cuidado. Pirelli decían las letras. Lo recordaría en adelante para traer su alimento eligiendo esa marca.
Miró a la calle y vio pasar a los terráqueos vestidos con sus mejores galas.
Se dirigían a ese cobertizo enorme que llamaban iglesia.
Decidió ir también. Le serviría para comprender mejor a los humanos.
Entró y se sentó en un escaño. A su lado estaba una señora gorda que lo miró con disgusto. No supo porqué.
Escuchó el sermón con atención, pero no logró comprender nada, así que lo archivó en su memoria para analizarlo otro día.
Al terminar el ritual, el sacerdote se ubicó en el atrio y los feligreses le daban la mano y y cambiaban unas palabras con él.
Fue el último en acercarse. El cura lo tomó amigablemente del brazo y lo llevó a la sacristía.
—Elige lo que quieras —le dijo mostrándole una mesa llena de ropas apiladas.
Lo ayudó a escoger unas camisas, dos pantalones, una chaqueta y lo reprendió cuando Mirinda escogió un lindo vestido floreado.
Mirinda regresó a su cobertizo y se cambió. Necesitaba un espejo.
No comprendía porqué el Cura no le regaló esa ropa con tan lindas flores.
Cada día era más complicado vivir en este mundo
Texto agregado el 05-12-2011, y leído por 356
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Lectores Opinan
21-12-2011
Que dificil es vivir en este planeta!!***** silvimar-
08-12-2011
Si guarda todo lo que no comprende de nosotros en su memoria se le va a saturar su capacidad de almacenamiento. Ayer mismo vi una foto de un señor con hermosos pantalones floridos junto a su esposa. Cayó en un lugar muy estructurado del planeta el pobre Mirinda, tiene coartada su voluntad de elegir. 5* Susana compromiso
07-12-2011
y no se equivoca Mirinda, cada día es más complicado vivir ******* shosha
06-12-2011
Mirinda o la inocencia de un extraño en un mundo ajeno . autumn_cedar
06-12-2011
mirinda es genial - nos revela lo absurdo del mundo a través de su extrañeza... walker