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Una Vida …de Cuento


Capítulo IV


De cómo, esa convocatoria a ser parte de la Colonia en California, causó efecto en aquel inquieto Juan; Cómo, su desprendimiento del México del centro que había sido su cuna y escuela hasta sus 24 años; De cómo hubo de irse acomodando con sus diversos oficios y vocaciones a la aventura de viajar al Norte
.

Muchos los problemas de California que no habían sido resueltos parecían tener como solución la Colonización, principalmente en aquellos valles susceptibles de agricultura. En otros momentos y documentos hablaremos de esas temáticas tan impresionantes y dignas de estudio, por ahora, no quedamos en como sus origines y sus actores vivieron en carne propia aquella epopeya poco entendida, y poco esbozada, y sí quizá, sólo un poco al rebote, cuando leemos algo de “El Zorro” o de “Joaquín Murrieta”.

Veamos directamente como lo narró Juan:

La Colonia fue organizada por Don José Hijar y Don José Ma. Padrés, bajo los auspicios del Gobierno Supremo, el que dio órdenes de que el Gobierno de California suministrara todos los ausilios que pidieran los Directores, quienes a su tiempo resarcirían al Gobierno los gastos que hubieran incurrido por la Compañía de Colonización que la titularon La Cosmopolita.

Yo me enganche en la Colonia bajo el nombre de Victoriano Vega con que era conocido desde la edad de 11 a 12 años, aunque mi servicio militar lo hice con mi verdadero nombre Juan Bautista Esparza.

No recuerdo ni el día ni el mes en que salimos de México. – sí que fué en 1834.
Emprenderíamos la marcha – las familias en carro forrados en canastos, menos el último en que venia la familia de Don Ignacio Coronel, al que le daba el nombre de Gallinero – Los hombres ibamos a caballo armados de rifles de con bayonetas de sable traíamos también el parque necesario.
A la Salida de México nos despidió la leperada con silbidos y gritos llamándonos desterrados y vendidos pero como no nos atacaran seguimos nuestra marcha sin novedad – La primera parte de la expedición salió un día antes que yo – Garraleta y yo y los que venían con nosotros alcanzamos a la 1ra parte en Tlanepantla – Caminábamos muy despacio y tardamos cosa de 15 días para llegar a Guadalajara sin haber tenido novedades en el viaje, Allí estuvimos detenidos tres días para allegar fondos. Seguimos viaje hasta Tepic ocupándonos como 3 ó 4 días – En Tepic estuvimos como cerca de tres meses. Allí se vendieron los carros; puesto que de aquella Ciudad a San Blas toda la Colonia viajó a caballo y estuvimos 3 días en camino. Llegando al estero nos condujeron en canoas al puerto, y de allí al día siguiente nos empezaron a embarcar en los buques preparados para el caso, que lo eran La Corbeta de Guerra Nacional Morelos y el Bergantín Natalia, mandando por un español llamado Don Juan Gómez – el contramaestre era igualmente español y se llamaba Don Manuel Cuevas.

Yo fui puesto a bordo del Bergantín, el cual condujo á Don José Ma. Híjar, Dón Juan Bandini, Las Señoras Revilla, Don Juan Buenaventura Araujo, Don José Abrego, Don Florecnio Serano, hermana y sobrinito Agustín Olveray su señora Madre, hermana de Don Ignacio Coronel una hermana de Padrés, Doña Guadalupe con una hija de 12 años mas o menos, no recuerdo los nombres de los demás.
Tuvimos un buen tiempo en el viaje y llegamos a San Diego el 14 de Agosto de 1834.

Se me olvidaba decir que como a los 15 días de la salida de San Blas, estando casi todos mareados y sin poder comer lo que ponia el cocinero, hubo junta en la cámara y se resolvió procurar otro cocinero para la gente de proa.

Como nadie se hallaba en disposición de emprender ese trabajo, yo ofrecí mis servicios, pues no me habia mareado. Seguramente porque los aires del mar me conocían desde Veracruz, y en el año 1827 en Acapulco, fui aceptado, y me ofrecieron un peso diario-Todo lo que devengué me lo pago el Sr. Híjar en San Diego-Estuve de cocinero cosa de 15 dias hasta que llegamos al puerto, y todavía tres dias más cuando las familias empezaron á salir para arriba.

Cuando la Colonia salió de la barranca en donde estuvo alojada, yo tube necesidad de quedarme en San Diego, para hacerle una cantidad de dulce á Don Pio Pico para la fiesta del 16 de Septiembre.
Debo recordar que al desembarco de los colonos en San Diego, se nos dieron dos Bailes, uno en la barranca por el comerciante español Don José Antonio Aguirre, casado con una hija de de Don José Ma. Estudillo, y el otro en el presidio en la casa de Don José Rocha, por disposición de Don Pio Pico.

En esos Bailes los Californios bailaban sus sones y otras danzas antiguas que acostumbraban – Y nosotros los colonos bailábamos los bailes de salón acostumbrados en México – desde entonces empezaron en California las cuadrillas, valses, contradanzas etc.
Como tres ó cuatro dias después de la fiesta del 16 de Septiembre, salí de San Diego y alcance a mi familia en San Luis Rey, porque debo advertir que yo traía á mi mujer embarazada.

Estando en San Gabriel vimos y conversamos con un Correo Extraordinario que habia traido un pliego á revienta caballo desde México para el Jefe Político y Comandante General Figueroa para que no entregase la Jefatura Política del Territorio á Don José Má. Híjar como se le había ordenado por el Str. Gómez Farías, ni mucho ménos las misiones que estaban a punto de secularizarse.

Ese correo hizo un viaje sumamente violento y corto – nos dijo que por equivocación fue á Monterrey de Linares en Sonora y de allí tuvo que venir aquí. Se me informó que á ese hombre se le abonaría una cantidad crecida por ese servicio, pero la suma de nada le valió, porque el viaje violento que hizo á la venida lo daño impresionantemente, y ántes de llegar á su casa murió.

La mayor parte de la Colonia se trasladó al Valle de Sonoma que era en adonde debia establecerse en la Región que está Santa Rosa, habiendo el Gobierno y las Misiones facilitado el trasporte y demás recursos

Yo me quedé en Santa Barbara con mi mujer á causa de hallarse ésta indispuesta- Estando alli me llamó el Dr. Torres á hacer unas divisiones á bordo del Natalia para colocar el trigo que iban á embarcar. El Buque estaba en Monterrey a donde me trasladé
. (Nota: Sin incluir cambios en la ortografía y puntuación)

No queda duda, por la lectura que letra a letra hemos visto ahora, hay en ella un sin número de lecciones de vida a las que nos trasporta su autor y que nos comparte de una manera sucinta y ágil. Sí, tan simple como: "quien cuenta su vida”.

En Juan, hemos visto, a un Tambor, Cocinero, Dulcero y Bailador, que lo mismo se codeó con los hombres principales de aquella neurálgica época de la secularización y colonización de California, que su predestinada vida lo seguiría colocando, inclusive, en el lugar preciso para conocer correos confidenciales y de cómo se tomaba la vida de los emisarios, con tal de que llegaran los mensajes de “contra orden” antes que los actores arribaran con aquellas nuevas disposiciones, que de hacerse efectivas, habrían trastocado la ya endeble armonía social, política, misional, y militar de Nuestra California.

Texto agregado el 03-12-2011, y leído por 220 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
05-12-2011 Quien cuenta su vida, necesariamente cuenta la de otros, en una espiral de hechos y recuerdos. Felicitaciones. ailedzullzayhev
 
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