Se sentía cordobés. Su vehículo espacial había
caído en el Cerro Uritorco, en la Provincia de
Córdoba.
Su poder de metamorfosis lo había transformado
en un ser humano.
Los del auxilio interespacial vendrían exactamente
en 7 fuñis a rescatarlo. Un fuñi era el equivalente a
2 años terrestres.
Mientras esperaba, debería vivir como un
terrícola, sin llamar la atención.
El nombre que usaba era el primero que había deletreado en un cartel de propaganda de una gaseosa: Mirinda.
Le encantaba comer caucho. Ahora solo lo hacía a
escondidas, desde aquella vez que un camionero
lo corrió con un palo, cuando lo vió destrozando a
dentelladas su neumático delantero.
Es difícil vivir en este mundo..
continuará
Texto agregado el 02-12-2011, y leído por 362
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Lectores Opinan
08-11-2012
Me gusta esa forma tan brillante de narrar. elpinero