Vago por las micros, pasando por estudiante pobre, por un viejo conocido…
Me puedes ver bebiendo de un hilo de agua en un baño público
Me puedes encontrar infiltrado en una tocata al aire libre, lejos de la manada.
Solitario, vacío.

Ellos me llaman el profeta de la musa de ojos negros.
Ellos me llaman impío.

Me puedes ver aún en las plazas recitando poesía. Cantando y tocando guitarra por las calles canciones que nadie conoce. No la gente normal.
Peleando con los testigos de Jehová.
Muriendo de calor insolado en una playa.

Vago, en un metro, echado en el suelo, escribiendo miles de palabras sin sentido. Sin ritmo ni son.
Predicando a una dama de corazón negro como sus ojos.
Vagando a través de noches ciegas y arrepentidas.
Clamando por misericordia extraviada en las páginas de mi Biblia.

Pateo el asfalto un tiempo. Horas largas y desastrosas.
Soplo el polvo de un libro perdido en mis recuerdos.
Busco una razón en las viejas recetas.
Respiro la vergüenza.
Un más, una más.
Pateo el asfalto otro año.
Uno más, otro más.
La musa me mira, la de los ojos negros.
Ellos me llaman impío…

Vago, por la plazoleta, por el centro, por el mall, por el museo, por el congreso, por la iglesia, por tu casa, por la mía.
No llego a ningún lugar.
¿Qué hora es?