“¿Y tu niña por que no dices nada? ¿Te comió la lengua el ratón?”
La pequeña sin hacer gesto o sonido alguno, saca de la bolsa izquierda de su pantalón un tubito verde y se lo acerca. El sujeto extrañado toma el tubito y lo inspecciona. Es como cualquier otro, hueco por dentro y sin caras en los extremos. “¿Y…éste tubo que? ¿Para qué sirve?”. La pequeña con señas le indica que observe a través de él como si éste fuera un catalejo. Lo hace. Después de unos segundos lo retira de uno de sus ojos. Observa a su alrededor. La misma gente, los globos, los colores, el pastel, los mismos niños gritando y corriendo por todo el salón infantil, el ruido. “Mmm… ¿Qué es lo tengo que ver?” Pregunta como si supiera que la niña no va a responder y que solo se limitará con señas a indicarle que lo ponga en su ojo y observe. Lo hace de nuevo. Se queda quieto mirando hacia delante mientras pasan los segundos y sin darse cuenta todos aquellos sonidos se van transformando en una melodía familiar para él. Las personas, los globos, los colores, los niños ruidosos ahora ya no existen. El retrato infantil se desvanece…Dos y tres, cuatro y cinco, siete minutos después el hombre totalmente inexpresivo suelta el tubito y mientras éste cae al piso, se retira del lugar.
Desde aquel momento cada que alguien le pregunta “¿…y tu niña porque no hablas?” la pequeña en su mente...sonríe!!