Anoche salí a correr y por más que traté, no pude apartar mil imágenes de lo que tanto soñé y no ocurrió…vi como caminábamos de la mano, y antes de soltarte te daba un beso, después comenzábamos a correr y cada vez que nos cruzábamos…adivina? Sí, te daba un enoooorme beso, hasta que te apartaba cariñosamente y te decía: ya, ha correr, es hora de hacer ejercicio, entonces me abrazabas muy fuerte y me decías: no, es tiempo de darte muchos besos, y bueno, nos reíamos tanto, que la hora de correr se volvía de juegos.
Vi también como te agarraba muy fuerte de la mano porque me llevabas al columpio donde me ponías a hacer más ejercicio y yo no quería…pero era solo una manera de hacer que me cargaras y me llevaras a la fuerza para colgarme de ese tubo como una condenada, porque me encantaba sentir tus brazos alrededor de mi cuerpo, y más el otro beso que me dabas para que ya no rezongara.
Cuando terminábamos esa rutina te abrazaba , me sentaba en tus piernas y te decía: Oye Raulito, estas hermoso, me encantan tus ojos, y los besaba muuuy, muy suavemente, y acariciaba tu rostro con una ternura tremenda, como pidiéndole permiso a la vida, al tiempo…al amor, y te observaba, me grababa cada lunar, cada arruguita, cada gesto que hacías, grababa en el corazón tu voz, tu olor, la forma de tus manos…y te decía al oído: Raulito, existes, existes, y estas aquí, conmigo...y te besaba otra vez, y eso beso duraba la eternidad, duraba todas las noches, todos los días, todas las estrellas y todas las nubes que había visto hasta ese día.
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