Cuando la lluvia cae en las calles y los edificios, parece como pequeños soldados tratando de atravesar una gran muralla.

Cuando la lluvia cae en la tierra, las flores y en las plantas, parece como pequeños artistas decorando de mil formas posibles la naturaleza.

Cuando la lluvia cae en tu pelo, en tu cara y en tu cuerpo, parece que Dios ha bajado del cielo para limpiar la impureza de tu humanidad; tratando de lavar el manto del pecado que te puso la sociedad.

Llegara el día en el que una tormenta destape y deje salir el ángel que tienes dentro y un milagro de tu divinidad cure el dolor que me causa tu superficialidad.

Cuando la lluvia me deja refriados, ropa mojada y un fuerte olor como a demonio. ¿Podría ser ese el aviso de mi escape del averno?

Llegara el día en el que descubra mi pecado y podremos abrazarnos entre mantos de maldad, sabanas de lujuria y colchones de plástico.

Entenderé por fin la razón de tu tortura en mi corazón, que solo llegara cuando salga el sol y estemos juntos en un nuevo amanecer desnudos ante los ojos de Dios.