Dieciocho patas tiene el hombre encapuchado, pero la luna al germinar le dio diecinueve, que fatalidad… no entrar por ninguna puerta, y el mar tan lejano que jamás llegaría a él, se parece más a un escorpión, o un pulpo, es mágico cuando renueva sus tentáculos casi sin descanso.
El encapuchado es un ser invisible que no sabe nada, ni conoce el mar, es un puñado de huesos en desuso, es un ungüento maloliente de carne infectada por la maldad, está sujeto al castigo del rey, que se mordió la lengua al parir su mujer por miedo a la peste.
Quiere volar pero no posee alas, ni sabe nadar, no tiene escamas, nada perdura solo el tiempo sabe cuándo volverán los tiempos de guerra en la costa invadida, es un engaño del héroe que se puso una capucha de guardián, y miente siempre, miente para gobernar a los débiles y ignorantes.
El hombre encapuchado brioso y mal herido, se aparta del laberinto, deja fluir su desencanto, recauda más de lo debido, y parte su espada, su dinero y su lealtad con la viuda, la toma, la disfruta luego la abandona, lujurioso marcha en su corcel sin mirar atrás, sus ojos nublados de mal invadió su cuerpo de concupiscencia, así como un barón, se marcho al infierno de su noche, y su rey.
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI
|