Postrado ante ti cansado de dolor,
angustiada mi alma, clama justicia,
mis ojos no lloran más, pues están secos de tantas súplicas,
postrimeras evidencias de mi derrumbe interior,
te demuestran mi arrepentimiento,
estoy harto, asqueado ante mi obra,
maldigo mi momento cumbre de creación perfecta,
¡jamás debí de haber ni siquiera soñado en pensar en ser dios!,
El amor me cegó y los dejé que partieran.
Fue inútil regalarles el don de la palabra,
no entendieron el significado de amar y si el de destrucción,
¡Y pensar que fueron nobles!
Y que con ellos compartí hasta el último de los sueños
que se tiene en la juventud eteria,
no destruían,
construían,
inventaban un mejor mundo,
no lo hacían trizas,
¡Pero… Ahora!
Ya mis ojos solo ven destrucción y eso me aterra,
pues en mi mente la pregunta prevalece…
¿Qué pasará mañana?
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