Persiguiendo el aroma de tu piel
que se perdió en el ayer,
sin razón la busco el fondo de mi piel
porque el dolor que escondo
me traspasa, y la razón no alcanza
contener el caudal silencioso
que me aqueja el corazón,
silencios, gritos y reproches
un condimento absurdo,
que descorcha eventos del pasado.

Un cóctel destructor,
veneno que lacera sin piedad,
rompiéndose en miles de preguntas
sin respuestas, de culpas inconscientes.

Cargada esta la nube que al llorar
sangra sin parar, y sueña despertar
en otra dimensión de entendimiento,
interfiriendo esta fiebre que destruye.

Calmar quiero estos síntomas innumerables,
y así descansar huyendo o entregada,
al final de aquello que nunca fue verdad
o que nunca mire con esos ojos del alma,
pues fue mayor mi ceguera, que mi amor.

MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI.